15 Farías. Ensamblajes urbanos
Selim Abdel CASTRO SALGADO, M. Arq. //Doctorado en
Arquitectura y Urbanismo
Módulo 1: Introducción al Conocimiento Científico
Sesión 5. Tema 15 FARÍAS, Ignacio (2011): Ensamblajes
urbanos: la TAR y el examen
de la ciudad
(FARÍAS, 2011)
Callon es probablemente el principal pionero de esta
acelerada expansión de la TAR a nuevos terrenos. Desde mediados de los años 90,
su apuesta ha sido someter la TAR al 'test del mercado' (1998; 1999), y dar luz
así a un programa alternativo de sociología económica (Calışkan & Callon,
2010; Callon, 2006). Tal empresa no solo ha cambiado la sociología económica
contemporánea, desplazando la atención a la construcción sociotécnica de
mercados y al rol de las ciencias económicas en la performación de agentes y
objetos de mercado. También ha permitido enriquecer la propia TAR, expandiendo
sus vocabularios conceptuales y capacidades analíticas. Un problema de la
primera TAR que la sociología económica deja en evidencia es la relativa
pobreza de sus análisis de la figura del actor, el cual tiende a ser convertido
en héroe del management sociotécnico (Latour, 1988), o a permanecer
indeterminado, diluido en redes sociotécnicas (Latour, 1996a). El estudio de la
economía obliga, entre otras cosas, a hacerse cargo de la pregunta por la
determinación del actor económico y sus capacidades calculativas sin renunciar
a los principios metodológicos de la TAR que involucran, precisamente, no dar una
definición a priori de los actores, o
del rol de humanos y no-humanos en su constitución. (p. 16)
(…) la misma TAR constituye un objeto-conocimiento dinámico
y fluido, que no sólo ha mutado su forma, sus vocabularios y sus énfasis en los
últimos 30 años, sino que se encuentra atravesada por múltiples vertientes
teóricas. Es de hecho notable el sinnúmero de conceptos invocados en distintos
contextos y momentos para definir aquello que caracteriza a la TAR: sociología
de la traducción, sociología de la mediación, lecciones sobre objetos,
antropología simétrica, perspectiva sociotécnica, programa performativo,
sociología de las asociaciones, semiótica híbrida, etc. La misma noción de
'teoría del actor-red' ha sido criticada, rechazada y recientemente reivindicada
por los mismos quienes primeramente la acuñasen (ver Law & Hassard, 1999).
Esta fluidez y dinamismo se debe en parte a la tremenda prolifidad de los
académicos trabajando en este campo; en parte también a la diversidad de
vertientes teóricas que informan y empujan a la TAR en diversas direcciones: la
filosofía de Michel Serres (Serres & Latour, 1995), el método genealógico
de Michel Foucault (1977), la ontología fluida de Guilles Deleuze y Félix
Guattari (1987), el pragmatismo de John Dewey (2000), la sociología de la
imitación de Gabriel Tarde (2006), la noción semiótica de actante de Algirdas
Greimas (Greimas & Courtes 1990), etc. Al mismo tiempo, la TAR se
desarrolla en constante interacción y confrontación con una serie de programas
sociológicos y antropológicos contemporáneos: las distintas tradiciones de
estudios de ciencia y tecnología (Bloor, 1991; Collins & Pinch 1982; Pinch
& Bijker, 1989), el feminismo cyborg de Donna Haraway (1991), la sociología
de la política y la moral de Luc Boltanski y Laurent Thevenot (2006), la
postfenomenología de Don Ihde (1993), la antropología de la naturaleza de
Philippe Descola (2003), la antropología del medio ambiente de Tim Ingold
(2000), por nombrar solo algunos de los más prominentes (…) Por otra parte, los
estudios urbanos constituyen también un ámbito extremadamente heterogéneo,
multidisciplinario y atravesado por múltiples programas de investigación (p.
17)
Las primeras dos secciones de este artículo exploran
transformaciones puntuales en el estudio de la ciudad que se siguen de dos
principios analíticos claves de la TAR. La primera sección sugiere que la TAR,
con su énfasis en una relacionalidad híbrida, obliga a ampliar la ecología
urbana para incluir simétricamente sistemas técnicos, entorno construido y
naturalezas urbanas. La segunda sección discute el aporte que el seguimiento
plano de asociaciones puede hacer a la comprensión del espacio, la escala y las
economías urbanas. Las siguientes dos secciones proponen un ejercicio inverso.
Este comienza, en la tercera sección, con un análisis crítico de las distintas
concepciones de la ciudad en cuanto objeto de estudio que predominan en los
estudios urbanos, para proponer luego, en la cuarta sección, los principios de
una ontología alternativa para el objeto ciudad. Aquí se introduce la noción de
ensamblajes urbanos. El artículo concluye enunciando uno de los mayores
desafíos que la ciudad plantea a la TAR, esto es, dar cuenta del carácter
complejo, y no sólo complicado, de la vida urbana. (p. 17)
Relacionalidad híbrida y la ampliación de la ecología urbana
El problema con la teoría es evidente: la TAR no es una
teoría. Algunos la consideran más bien un método basado en el principio de
simetría generalizada, otros prefieren hablar de una sensibilidad.
Probablemente la mejor alternativa sea considerarla un paradigma. La TAR no se
verifica, demuestra o refuta en ninguno de sus objetos de estudio, sino que
ofrece una posición ontológica sobre la cual fundar la investigación empírica y
a partir de la cual definir parámetros, no de verdad o veracidad, pero sí de
plausibilidad y éxito de descripciones y explicaciones.
La noción de red ha sido ampliamente usada en los últimos
años para hacer referencia a redes técnicas, informáticas y cibernéticas, con
lo que ha perdido toda relación con la noción francesa original de reseaux más
cercana a la idea de rizoma o de enredo. La noción de actor, por su parte, es
problemática especialmente dado el guión que la vincula a la noción de red, y
que sugiere que mientras 'actor' captura el problema de la agencia, la red
captura el contexto social en el cual la acción tiene lugar. (p. 17-18)
En ese sentido, el problema del compuesto 'actor-red' es que
sugiere que la TAR busca proponer una alternativa o, peor aún, una solución, a
la oposición acción y estructura. Este no es, sin embargo, el objetivo de la
TAR, sino más bien dar cuenta del carácter híbrido del espacio en el cual
ocurre lo social. En tal espacio híbrido, las nociones de actor y red designan
dos caras de una misma moneda, dos formas complementarias de dar cuenta de lo
social y su incrustación en un principio de relacionalidad híbrida.
Al menos desde el auge del estructuralismo en la mitad del
siglo 20, se propagó la tesis de que las entidades sociales se constituyen a
partir de su posición en redes de relación más amplias. La antropología
estructuralista y la semiótica dejaron en evidencia que mitos, símbolos,
normas, parientes, objetos cotidianos, objetos mágicos, e imágenes emergen y se
constituyen relacionalmente (Barthes, 2003; Baudrillard, 1969; Levi-Strauss,
1979). Por otro lado, la sociología de redes norteamericana se orientó también
a demostrar que la identidad y capacidades de acción de individuos y otros
actores sociales, especialmente empresas y grupos, se ve afectada en forma
significativa por la posición que ocupan en espacios relacionales (White,
2008). Las perspectivas relacionales abundan: los conceptos de habitus y campo
en la sociología de Pierre Bourdieu (1985) se construyen también
relacionalmente, de la misma manera que la sociología de sistemas sociales
desarrollada por Niklas Luhmann (2007) se basa en un concepto de diferencia
relacional, que coincide en forma importante con la nocion derrideana de différance (Lehmann,
2004).
Las relaciones sociales implican más bien relaciones de
fuerza entre los distintos elementos enredados, las que hacen posible su inter-acción
(ver Callon 1986, Latour 1996b). Hacerse cargo de este principio de
relacionalidad hibrida en los estudios urbanos implica ampliar la ecología de
la ciudad en tres direcciones fundamentales: sistemas técnicos, entorno
construido y naturalezas.
En primer lugar, la TAR transforma el estudio de los
sistemas sociotécnicos de la ciudad, tales como sistemas de transporte,
carreteras, telecomunicaciones, redes de energía o de agua. En buena parte de
la investigación urbana, especialmente de corte sociológico y antropológico,
estos sistemas han sido ignorados debido a su presunto carácter técnico. Al
menos desde los años 80, la geografía urbana mas tradicional ha seguido
derroteros similares influenciada fuertemente por la geografía humana y
cultural. Así, cuando estos sistemas devienen objeto de investigación urbana,
la pregunta que se plantea refiere más bien a la forma en que son administrados
o manejados por determinadas instituciones y culturas políticas urbanas. Esto
es sumamente interesante, pues precisamente la geografía es también la
disciplina que se ha hecho cargo de la pregunta por la forma como estos grandes
sistemas técnicos de la ciudad –
entendidos como infraestructuras - determinan sus configuraciones espaciales,
económicas y sociales. (p. 18)
(…) la idea de que las ciudades constituyen grandes
artefactos sociotécnicos fue primeramente desarrollada por historiadores y
sociólogos de la tecnología abocados al estudio de los así llamados 'grandes
sistemas técnicos' (Coutard, 1999; Summerton, 1994); objetos complejos cuyos
límites tienden a coincidir con los de la ciudad. (p. 19)
Al menos desde el Manifiesto para Cyborgs de Donna Haraway
(1985), la noción de una “hybrid creature composed of organism and machine”
(1985, p. 1) desafía radicalmente las nociones de naturaleza humana. En
consecuencia la idea de una urbanización cyborg implica desplazar nuestra
atención desde la ciudad como sistema sociotécnico hacia formas híbridas de ser
humano en la ciudad y de participación en la esfera pública urbana. En Flanerie
for cyborgs, Rob Shields (2006) argumenta que al igual que el flaneur, el
cyborg es una figura que emerge situacionalmente. Su 'naturaleza' no resulta de
la adición de prótesis técnicas a un cuerpo, sino que se constituye en
situaciones locales y concretas: en el hogar, en la oficina, etc. Ahora bien,
en la ciudad y en los espacios urbanos es posible encontrar una multiplicación y
concentración de tales devenires cyborg. (p. 19-20)
El entrelazamiento entre naturaleza y ciudad destacado por esta
noción de urbanización cyborg involucra también entidades geológicas, vegetales
y animales, y ha conducido a una serie de estudios sobre la llamada ecología
política de la ciudad (Heynen, Kaika y Swyngedouw, 2006; Swyngedouw, 1997). Si
bien en esta reciente literatura se encuentran múltiples referencias a la TAR,
hay un énfasis en la gobernanza de las naturalezas urbanas y su articulación
con cuestiones de modernización, estructuración escalar del capitalismo,
justicia social y otros temas claves de los estudios urbanos. De esta forma,
sin embargo, el estudio de las naturalezas urbanas se encuentra en ocasiones
todavía basado en una distinción a priori entre lo natural y lo social, y en
una comprensión de la naturaleza como objeto de prácticas y políticas de
metabolismo urbano más que como un agente que participa y transforma el
colectivo urbano en direcciones no previstas. De hecho, hay todavía muy pocos
trabajos que traten las naturalezas urbanas en este sentido activo (Hinchliffe,
Kearnes, Degen y Whatmore, 2005). (p. 20)
Asociatividad plana y el descentramiento de espacios y economías urbanas
El segundo tipo de desplazamientos que la TAR impulsa en los
estudios urbanos se deriva de su ferviente anti-estructuralismo y el
consiguiente énfasis en el estudio empírico de asociaciones actuales entre
entidades heterogéneas y la composición de programas de acción y de colectivos.
Lo social no equivale a ningún tipo de estructura o sistema, sino a este
trabajo de asociación. Para Latour (2005), ése sería el significado original de
la sociología. Socius es aquel actor que sigue a otro, un compañero, un
asociado. Tales consideraciones lo llevarían incluso a reconciliarse con la
noción de teoría del actor-red. (p. 21)
(…) la TAR rechaza distinciones entre lo global y lo local,
lo micro y lo macro, estructura y situación. Tales diferencias hacen referencia
a niveles cualitativamente distintos de lo social y a diferentes tipos de
vínculo social.
La ciudad como objeto: lecciones de TAR
Estas 'lecciones sobre objetos' (Law & Singleton, 2005)
pueden ser de especial utilidad para los estudios urbanos, donde si bien se ha
planteado muchas veces la pregunta respecto a la perspectiva adecuada para
comprender y estudiar la ciudad, tales discusiones no han puesto en cuestión la
unidad ontológica del objeto ciudad. De hecho, a pesar de las importantes
diferencias de perspectiva que revisaré a continuación, predomina en los
estudios urbanos una concepción de la ciudad como un objeto único, coherente y
estable. (…) en la mayoría de los casos la ciudad se concibe como una entidad
que puede ser identificada, observada e investigada como una entidad estable en
múltiples contextos de representación y práctica. (…)Es posible distinguir al
menos tres formas de concebir la ciudad que desde los primeros días han
informado los estudios urbanos y que comparten este énfasis en la unidad
ontológica del objeto ciudad. En términos simples, éstas implican comprender la
ciudad como un objeto espacial, como una entidad económico-política y como una
formación/práctica socio-cultural. Estas perspectivas no son por supuesto
alternativas excluyentes. (p. 24)
La noción de postmetropolis introducida por Soja (1996) es
un buen ejemplo de lo anterior. En términos espaciales, explica Soja, la
postmetropolis tiene la forma de una exopolis, una ex-ciudad:
Some have
called these amorphous implosions of archaic suburbia ‘Outer Cities’ or ‘Edge
Cities’; others dub them ‘Technopoles’, ‘Technosuburbs’, ‘Silicon Landscapes’, ‘Postsuburbia’,
‘Metroplex’. I will name them, collectively, Exopolis, the city without, to stress
their oxymoronic ambiguity, their city-full non-cityness. These are not only exocities,
orbiting outside, they are ex-cities as well, no longer what the city used to
be (Soja, 1996, p. 238). (p. 25)
En la mayoría de los casos, las ciudades no sólo son
consideradas como unidades económico-productivas, sino además como entidades
que actúan en espacios regionales o globales. Una noción clave que se repite constantemente
es que las ciudades son “the major actors in the new global economy” (Sassen,
1991, p. 14). En este contexto la ciudad se constituye como un tipo distinto de
objeto, no espacial, sino una entidad económico-productiva que mantiene su
identidad y coherencia en virtud de las relaciones que mantiene con otras
entidades equivalentes.
Ahora bien, el problema con la descripción de la ciudad como
una entidad es el de la sinécdoque, esto es, tomar una parte de la ciudad por
la totalidad de la misma (…) (p. 26)
Referencias
FARÍAS, I. (2011). Ensamblajes urbanos: la TAR y el examen de
la ciudad. Athenea Digital, 1(11), 15–40.
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