Cabanne, Pierre (2006): Conversando con Marcel Duchamp. Alias: CDMX
Conversando
con Marcel Duchamp
Pierre
Cabanne
1.
Ocho años de lecciones de natación
Damián Ortega
7
PC: André Breton dijo que
usted era el hombre más inteligente del siglo xx. Para usted, ¿qué es la
inteligencia?
8
MD: ¡Eso es exactamente lo
que yo iba a preguntarle ¡La palabra “inteligencia” es lo más elástico que uno
puede inventar! Existe una lógica o una forma cartesiana de inteligencia, pero
pienso que Breton se refería a algo distinto.
Él visualizaba, desde el punto de vista
surrealista, una forma más lire del problema; para él, la inteligencia era
aquello que la mente de un hombre normal encuentra incomprensible o difícil de
entender. Es como una explosión en el significado de ciertas palabras: tienen
un mayor valor de lo que significan en el diccionario. Breton y yo somos
hombres del mismo orden, compartimos una visión común, por eso pienso que
entiendo su idea de inteligencia: alargada, estirada, extendida, inflada si
usted quiere…
PC: En el sentido en que
usted ha alargado, estirado, inflado y explotado los límites de la creación,
según su propia “inteligencia”.
MD: Quizá. Pero me espanta
la palabra “creación”. En el sentido ordinario, social de la palabra; bueno, es
bonita, pero fundamentalmente no creo en la función creativa del artista, que
es un hombre como cualquier otro. Su trabajo es hacer ciertas cosas, pero
hombre de negocios también hace ciertas cosas, ¿me explico?
Por otro lado, la palabra
“arte” me interesa mucho más. Viene del sánscrito y significa “haciendo”. Ahora
todo el mundo hace algo y aquellos que hacen sobre tela y con un marco son
llamados artistas.
Antes eran llamados
artesanos y prefiero ese término.
Todos somos artesanos, en
una vida civil, militar o artística.
Cuando Rubens, o algún
otro, necesitaba azul, tenía que pedir a su gremio algunos gramos y ellos
discutían la cuestión para decidir si le podían dar cincuenta o sesenta gramos
más. Eran realmente artesanos y eso aparece en los viejos contratos. La palabra
“artista” fue inventada cuando el pintor se convirtió en un miembro de la
sociedad monárquica y después, en la sociedad contemporánea (…)
9-10
PC: Antes de entrar en
detalles, podríamos hablar de un evento clave en su vida, que es el hecho de
que después de veinticinco años en la pintura la abandonara abruptamente. Me
gustaría que explicara esta ruptura.
MD: Se dio por muchas
cosas; en primer lugar, porque el trato diario con artistas, de hecho, el vivir
con artistas, el hablar con artistas, me disgustaba profundamente. Un incidente
que en 1912 me dio la oportunidad, por decirlo, de alguna manera, fue cuando
llevé el Desnudo bajando la escalera a los independientes y ellos preguntaron
si podía quitarlo antes de la inauguración.
¡El grupo más avanzado de la época,
ciertamente gente muy escrupulosa, estaba aterrada! Gente como Gleizes, quien
era extraordinariamente inteligente, pensó que este desnudo no estaba en la
línea que ellos tenían prevista. El cubismo había empezado dos o tres años
antes y tenía absolutamente clara, una línea dogmática, que forzaba lo que
pudiera ocurrir. Yo encontré todo eso ingenuo y estúpido. Y eso me enfrió
mucho; al ver la reacción de esos artistas, que yo creí que eran libres,
conseguí un trabajo. Me convertí en bibliotecario en Sainte- Geneviève, París.
Tuve ese gesto para liberarme de cierto
medio y para tener la conciencia limpia, pero también para hacer algo para
vivir. Tenía veinticinco años. (…)
10-11
PC: ¿Era como un rechazo
progresivo a los medios tradicionales?
MD: Así es.
PC: Noto algo: primero,
algo que no es nuevo, su pasión por el ajedrez…
MD: No es cosa seria, pero
existe.
PC: Pero he notado que esa
pasión era especialmente grande cuando usted no estaba pintando.
MD: Es verdad.
PC: He pensado si durante
esos períodos, los gestos que dirigían los movimientos de los peones por el
espacio provocaban algunas creaciones imaginarias ¬– ya sé que usted no acepta
esa expresión y que en su opinión tenían tanto valor como sus obras pictóricas
– que establecieron una nueva función plástica en el espacio.
MD: En cierto sentido, un
juego de ajedrez es visual y plástico, y si no es geométrico en el sentido
estático de la palabra, es mecánico, ya que se mueve; es un dibujo, una
realidad mecánica. Las piezas no son bonitas en sí mismas, tampoco la forma del
juego. Lo que es bello, si podemos usar la palabra “bello”, es el movimiento.
Bueno, es mecánico, del modo en que un Calder es mecánico, por dar un ejemplo.
En ajedrez hay cosas extremadamente hermosas en el terreno del movimiento, no
en el terreno visual, en ese caso la que es hermosa es la imaginación del
movimiento, es algo que ocurre completamente en nuestra materia gris.
PC: En pocas palabras,
¿las formas gratuitas en el ajedrez son lo opuesto al juego funcional de las
formas en un lienzo?
MD: Sí, completamente. Sin
embargo, el juego del ajedrez no es totalmente gratuito, es un juego de
elecciones.
PC: Pero sin un propósito
específico.
MD: Puede ser. Sin
embargo, el medio de los jugadores de ajedrez es más simpático que el de los
artistas.
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PC: ¿Qué entendía usted en
ese tiempo por llevar “una vida de pintor”?
MD: En primer lugar, en
ese momento que yo no llevaba “una vida de pintor”. Eso fue hasta 1910.
PC: Usted se estaba
acercando a la pintura, ¿ qué
esperaba de ella?
MD: No tengo idea.
Realmente no tenía un programa o algún plan establecido, Nuca me pregunté a mí
mismo si debía vender mis pinturas o no. No tenía ni un substrato teórico.
18
Poco después, Picasso se convirtió en una
bandera. El público siempre necesitaba una bandera, puede ser Picasso, Einstein
o algún otro. Después de todo, el público representa la mitad de la cuestión.
21
2. Una ventana hacia otra
cosa
23-24
MD: Sí, ese es. En el
cuadro, representé al desnudo en el proceso de bajar, era más pictórico, más
majestuoso.
PC: ¿Cómo tuvo origen ese
cuadro?
MD: En el mismo desnudo.
Hacer un desnudo distinto del clásico recostado o de pie, y ponerlo en
movimiento. Había algo gracioso allí, pero no era nada gracioso cuando lo hice.
El movimiento apareció como un argumento que me hizo decidir ejecutarlo.
En el Desnudo descendiendo la escalera
quise crear una imagen estática del movimiento: el movimiento es una
abstracción, una deducción articulada dentro del cuadro, sin que sepamos si o
no, una persona real está descendiendo una escalera igualmente real.
En el fondo, el movimiento
está en el ojo del espectador, que lo incorpora al cuadro.
PC: Apollinaire dijo que
eras el único pintor de la escuela moderna que se metía hoy día – era el otoño
de 1912 – con e desnudo.
MD: Él escribía cualquier
cosa que le pasara por la mente, ¿sabes? De todos modos, me gusta mucho lo que
hacía, porque no tenía el formalismo de ciertos críticos.
PC: Declaraste a Katherine
Dreier que, cuando tuviste la visión del Desnudo descendiendo la escalera,
entendiste que “rompía las cadenas del naturalismo para siempre” …
MD: Sí. Eso en lo que
decía en 1945. Estaba explicando que si querías mostrar un avión en vuelo, no
pintabas una naturaleza muerta. El movimiento de la forma nos llevó
inevitablemente a la geometría y a las matemáticas. Es lo mismo que cuando construyes
una máquina…
PC: Justo cuando
terminaste el Desnudo descendiendo la escalera hiciste el Molino de café, que
anticipa los dibujos mecánicos.
MD: Eso me parece más
importante. Sus orígenes son simples. Mi hermano tenía una cocina en su casita
de Puteaux, y se le ocurrió decorarla con cuadros hechos por sus cuates. Les
pidió a Gleizes, Metzinger, La Fresnaye y, creó, Léger que hicieron unas
pinturas del mismo tamaño, como una suerte de friso. También me lo pidió, e
hice un molino de café explotando; el café se está cayendo por un lado, los
engranajes están por encima y la manivela se ve simultáneamente en varios
puntos de su circuito, con una flecha indicando el movimiento. Sin saberlo,
había abierto una ventana hacia otra cosa.
Esa flecha fue una innovación que me
complació mucho – el aspecto diagramático era interesante desde un punto de
vista estético.
PC: ¿No tenía ningún
significado simbólico?
MD: Ninguno en absoluto.
Sólo el que consiste en introducir métodos algo nuevos a la pintura. Era una
especie de evasión. Siempre he sentido esa necesidad de escaparme de mí mismo …
27
PC: ¿Las películas no
influyeron en el Desnudo descendiendo la escalera?
MD: Claro que sí. Esa cosa
de Marey…
PC: La cronofotografía.
MD: Sí. En un libro de
Marey vi una ilustración de cómo representaba a esgrimistas o a caballos
galopando, con un sistema de puntos delimitando los distintos movimientos. Así
explicó la noción del paralelismo elemental. Como fórmula me parece muy
pretenciosa, pero es divertida.
Eso es lo que me dio la idea de realizar el
Desnudo descendiendo la escalera. Utilicé un poco este método en el boceto,
pero particularmente en el cuadro de su forma final. Eso tuvo que suceder entre
diciembre y enero de 1912.
A la vez conservé mucho del cubismo, por lo
menos en la armonía de los colores. De cosas que había visto en las casas de
Braque o Picasso. Pero estaba tratando de aplicar una fórmula un poco distinta.
PC: En este Desnudo
descendiendo la escalera, ¿el uso de la cronofotografía te dio la idea, tal vez
inconsciente al principio, de la mecanización del hombre en oposición a la
belleza sensible?
MD: Sí, evidentemente
tenía que ver. No hay carne, sólo una anatomía simplificada, el arriba y abajo,
la cabeza, los brazos y las piernas. Era una especie de distorsión que no era
la del cubismo.
En cuanto a los rasgones
en las telas previas, el pensarlo no influyó mucho en ello. Tampoco era
futurismo, como no conocía a los futuristas – lo que no le impidió a
Apollinaire calificar al Muchacho triste como el “estado de alma” futurista.
Acuérdate de los “estados de alma” de Carrà y Boccioni. Nunca los había
conocido; sólo digamos que era una interpretación cubista de una fórmula
futurista …
Los futuristas, para mí, son impresionistas
urbanos que hacen impresiones de la ciudad en vez del campo. Sin embargo, me
influenciaron esas cosas, como suelen hacerlo a cualquiera, pero esperaba
conservar un tono lo bastante personal para seguir haciendo mi propio trabajo.
30-31
MD: Es bastante justo. Me
olvidé por completo de la idea del movimiento, o hasta de registrar el
movimiento de algún modo. Eso ya no me interesaba. Se había acabado. En La
novia, en el Gran vidrio, intentaba constantemente encontrar algo que no
recordara lo que había sucedido antes. He tenido una obsesión por no usar las
mismas cosas. Tienes que cuidarte porque, a pesar de ti, puedes dejar que te
invadan cosas del pasado. Sin querer, añades algún detalle.
En este caso, era una
lucha constate para llevar a cabo una ruptura exacta y completa.
PC: ¿Fue la génesis
cerebral del Gran Vidrio?
MD: No sé. Estas cosas
suelen ser técnicas. Como soporte, el vidrio me llamó mucho la atención, por su
transparencia. Eso ya era mucho. Luego, el color que, aplicado al vidrio,
permite ver del otro lado, y no hay chance de que se oxide o si lo encierras.
El color conserva su apariencia pura tanto tiempo que es físicamente posible.
Todo eso tenía que ver con asuntos técnicos, que tienen su importancia.
Además, la perspectiva era muy importante.
El Gran vidrio constituía una rehabilitación de la perspectiva que, en ese
entonces, se pasaba completamente por alto y se despreciaba. Para mí, la
perspectiva se volvió algo absolutamente científico.
PC: Ya no se trataba de
una perspectiva realista.
MD: No. Es una perspectiva
matemática, científica.
PC: ¿Se basaba en
cálculos?
MD: Sí, y en dimensiones.
Estos eran los elementos importantes. Lo que puse adentro, ¿qué era?, ¿me lo
puedes decir tú? Estaba mezclando la historia, la anécdota (en el sentido bueno
de la palabra) con la representación visual, mientras daba menos importancia al
elemento visual de lo que normalmente le das a la pintura. Ya no me quería
preocupar por el lenguaje visual …
PC: Retiniano.
MD: Consecuentemente
retiniano. Todo se estaba volviendo conceptual, es decir, dependía de cosas
distintas de la retina.
PC: Sin embargo, uno tiene
la impresión de que los problemas técnicos vinieron antes que la idea.
MD: Muy seguido así.
Fundamentalmente hay muy pocas ideas. Más que nada, hay pequeños problemas
técnicos con los elementos que yo uso, como el vidrio, etcétera. Ellos me
fuerzan a elaborar.
PC: Es curioso que usted,
que es visto como un pintor puramente cerebral, haya estado siempre preocupado
por los problemas técnicos.
MD: Sí, como usted sabe,
un pintor es siempre una especie de artesano.
PC: Más que problemas
técnicos, hay algunos problemas científicos que usted aborda, problemas de
relaciones, de cálculos.
MD: Toda la pintura,
comenzando por el impresionismo, es anticientífica, incluso Seurat. Yo estaba interesado
en introducir el aspecto preciso y exacto de la ciencia, cosa que casi no se
había hecho, por lo menos, de lo que casi no se había hablado. No fue por amor
a la ciencia que hice esto; al contrario, fue más bien para desacreditarla
ligeramente, dulcemente, sin darle importancia. Pero la ironía estaba presente.
32-33
MD: Todo eso estaba en mi
mente mientras trabajaba, a pesar de que casi no puse cálculos en el Gran
vidrio. Simplemente pensé en la idea de una proyección, de una cuarta dimensión
invisible, en algo que no se pudiera ver con los ojos.
Desde que me di cuenta de que uno puede
hacer una sombra a partir de una cosa tridimensional – así como la proyección
del Sol en la Tierra crea dos dimensiones – pensé que, como simple analogía
intelectual, la cuarta dimensión podría proyectar un objeto de tres
dimensiones; o bien, para ponerlo de otra manera, cualquier objeto
tridimensional que vemos sin apasionamiento, es una proyección de algo tetra –
dimensional, algo que no nos es familiar.
Era un poco sofista; sin
embargo, era posible. La novia en el Gran vidrio estaba basada en esto, como si
fuera la proyección de un objeto tetra - dimensional.
PC: Usted llamó a La novia
un “retardo en vidrio”.
MD: Sí. Fue el especto
poético de las palabras lo que me gustó. Le quería dar a “retardo” un sentido
poético que ni siquiera podía explicar. Era para evitar decir: “una pintura de
vidrio”, un “dibujo de vidrio”, “una cosa dibujada en un vidrio”.
¿Entiende? La palabra
“retardo” me agradaba a ese grado, como una frase que uno descubre. Era
verdaderamente poético, en el sentido más mallarmeano de la palabra, por
decirlo de algún modo.
PC: En La novia puesta al
desnudo por sus solteros, incluso, ¿qué es lo que quiere decir la palabra
“incluso”?
MD: Los títulos en general
me interesaban bastante. En ese tiempo me estaba volviendo literario. Las
palabras me interesaban; ponía juntas varias de ellas, a las que les añadía una
coma e “incluso”, un adverbio que no tiene sentido, ya que no tiene relación
con nada en el cuadro o en el título. Entonces, era un adverbio en la más bella
demostración de lo adverbial. No tiene sentido.
Este “antisentido” me interesaba mucho en
el nivel poético, desde el punto de vista de la frase. A Breton le agradó
mucho, y para mí esto fue una especie de consagración. De hecho, cuando lo
hice, no tenía la menor idea de su valor, En inglés, “even” también es un
adverbio absoluto; no tiene sentido. Es un “non - sense”.
35-36
PC: Se han hecho muchas
interpretaciones del Gran vidrio. ¿Cuál es la suya?
MD: No tengo ninguna,
porque lo hice sin ninguna idea. Hubieron cosas que aparecieron mientras
trabajaba. La idea del conjunto fue pura y simplemente una ejecución, más que
descripciones de cada parte a la manera del catálogo de Armas de Saint-Étienne.
Era una renuncia a todas las estéticas, en el sentido ordinario de la palabra,
no simplemente otro manifiesto de pintura.
PC: ¿Era una suma de
experimentos?
MD: Sí, una suma de
experimentos, pero sin la influencia o idea de crear otro movimiento de pintura,
en el sentido de del impresionismo, fauvismo, etcétera, cualquier clase del
“ismo”.
PC: ¿Qué le parecen las
diferentes interpretaciones de Breton, Michel Carrouges o Lebel?
MD: Cada uno de ellos da
una nota particular a su interpretación, que es interesante, pero solamente
interesante cuando se considera al hombre que escribió la interpretación. Lo
mismo sucede con los que han escrito algo acerca del impresionismo. Se le cree
a uno o a otro, de acuerdo con el que uno sienta más afinidad.
PC: Entonces,
fundamentalmente es indiferente a lo que se ha escrito acerca de usted.
MD: ¡No!, para nada, sí
que me interesa.
PC: ¿Usted lo ha leído?
MD: Claro, pero se me
olvida.
PC: Lo increíble es que
durante ocho años, de 1915 a 1923, tuvo éxito en tener muchos pedazos de metal
en el fuego, cada uno con espíritu, formación y fines completamente opuestos.
Data de entonces la rigurosa, progresiva y lenta elaboración del Gran vidrio,
la concentración metodológica de la Caja, y la no manufactura de los primeros
readymades.
MD: Con la Caja de 1913 –
1914 fue diferente. Yo no tenía la idea de una caja, sino simplemente muchas
notas. Pensé que podría coleccionar, en un álbum como el catálogo de Saint –
Étienne, algunos cálculos, algunas reflexiones, sin relacionarlas. A veces
éstas se encuentran en pedazos rotos de papel.
Quería que es álbum
estuviera con el Vidrio, y que fuera consultado cuando se ve el Vidrio, ya que,
como yo lo veo, éste no debe “ser visto”, en el sentido estético de la palabra.
Uno debe consultar el libro y verlos juntos. La conjunción de las dos cosas
remueve enteramente el aspecto retinal que no me gusta. Es muy lógico.
PC: ¿De dónde viene su
actitud antiretinal?
MD: ¡De que le hayan dado
tanta importanci a lo retinal! Desde Courbet se cree que la pintura está
dirigida a la retina. Esto era un error de todo el mundo. ¡El temblar de la
retina! Antirreligiosa, filosófica, moral. ¡Si tan sólo tuviera la oportunidad
de tomar una actitud antiretinal!, pero desafortunadamente, esto no ha cambiado
mucho; nuestro siglo entero es completamente retinal, excepto por los
surrealistas, que intentaron, de alguna manera, ir fuera de eso. ¡Y, sin
embargo, no pudieron ir muy lejos! A pesar del de vista surrealista, muy en el
fondo el tipo todavía está interesado en pintar en el sentido retinal. ¡Es
absolutamente ridículo! Esto tiene que cambiar; no siempre ha sido así.
41-43
MD: La idea del “azar”,
que mucha gente relacionaba con el tiempo, me interesó también. La intención
consistía, principalmente, en olvidar la mano, debido a que, fundamentalmente,
hasta tu mano es parte del azar.
El puro azar me interesó como una manera de
ir en contra de la lógica de la realidad: el poner algo en un lienzo, en un
pedazo de papel, el asociar la idea de un hilo perpendicular de un metro en un
plano horizontal, haciendo su propia deformación.
Esto me divertía, era
siempre la idea de “diversión” la que me motivaba a hacer cosas y a repetirlas
tres veces.
Para mí, el número tres es importante, pero
simplemente desde el punto de vista numérico, no desde el esotérico: uno es
unidad, dos es doble, dualidad; y tres es el resto. Cuando uno entra en el
mundo del número tres, tiene tres millones, que es lo mismo que tres. Tomé la
decisión de hacer las cosas tres veces para obtener lo que yo quería.
Mis Tres paradas estándar
es producto de tres experimentos separados y de la forma de cada uno es
ligeramente diferente. Mantuve la línea y deformé el metro, se trata de un
metro en conserva, es decir, de un azar en conserva, es divertido conservar el
azar.
PC: ¿Cómo fue que
escogiste un objeto en serie, un readymade, para hacerlo una pieza de arte?
MD: Debo aclarar que no
quería hacer una obra de arte a partir de esto. La palabra “readymade” apareció
hasta 1915 cuando fui a Estados Unidos. Fue una palabra interesante, pero
cuando puse una rueda de bicicleta en un bando, con el manubrio hacia abajo, no
existía la idea de readymade, o alguna otra cosa. Fue sólo una distracción, no
tenía alguna razón especial ni intención de mostrar o de describir algo. No,
nada de eso…
PC: Pero había algo de
provocación en ello…
MD: No, no. Es muy simple,
vea Pharmacy, lo hice en un tren a media luz, en el crepúsculo, iba a Rouen en
enero de 1914. Había dos pequeñas luces al fondo de la reproducción del
paisaje, haciendo una roja y otra verde lo hice parecer una farmacia.5 Esto era
el tipo de distracción que tenía en mente.
PC: ¿Se trata del azar en
conserva también?
MD: Evidentemente.
Compré la reproducción de un paisaje en una
tienda de accesorios artísticos, solamente hice “tres farmacias”, pero no sé
donde están. La original la tiene Man Ray.
En 1914, hice Bottle Rack. Simplemente lo
compré en un bazar de Ayuntamiento. La idea de hacer una inscripción vino a mi
mente conforme la estaba haciendo. Había una inscripción que no recuerdo en el
porta botellas. Cuando me mudé de la calle Saint-Hippolyte a vivir en Estados
Unidos, mi hermana y mi cuñada sacaron todo, lo tiraron a la basura y no se
habló más de ello. Fue principalmente en 1915, especialmente en Estados Unidos,
que hice otros objetos con inscripciones, como la pala para nieve, en la que
escribí algo en inglés. La palabra “readymade” se me presentó en ese momento,
parecía adecuarse perfectamente a cosas que no eran obras de arte, ni esbozos y
para las cuales no aplicaba el término “arte”. Fue esto lo que me impulsó a
hacerlas.
PC: ¿Qué era lo que
determinaba la elección de los readymades?
MD: Eso dependía del
objeto, en general era preciso defenderse del look. Es muy difícil escoger un
objeto, porque al término de quince días te empieza a gustar o lo comienzas a
odiar. Te tienes que acercar a las cosas con algo de indiferencia, como si
carecieras de emociones. La elección de los readymades está siempre basada en
la indiferencia visual y al mismo tiempo en la carencia total de buen o mal
gusto.
PC: Para usted, ¿qué es el
gusto?
MD: Un hábito, la
repetición de algo previamente aceptado. Si se empieza algo muchas veces, se
provoca un gusto. Bueno o malo, es lo mismo, sigue siendo gusto.
PC: ¿Qué ha hecho para
escapar del gusto?
MD: Dibujar mecánicamente
no soporta ningún gusto, puesto que está al margen de toda la convención
pictórica.
PC: Usted se defiende
constantemente de la realización…
MD: …De hacer una forma en
el sentido estético, de hacer una forma o un color, y de repetirlas.
PC: Es una actitud
antinatural, con la que usted incluso trabajaba con objetos naturales.
MD: Sí, pero era igual
para mí, yo no soy responsable, estaba hecho, y no fui el único que lo hizo.
Existe una defensa, yo objeté la responsabilidad.
47
3. A través del Gran
Vidrio
50
PC: En abril de 1916
participaste en una exposición en Nueva York que se llamó Los cuatro
mosqueteros donde los otros tres eran Crotti, Metzinger y Gleizes.
También fuiste de los
fundadores de la Société des Indépendants en cuya primera exposición
presentaste un urinal de porcelana llamado Fuente y firmado por R. Mutt, que
fue rechazado.
MD: No, rechazado no. Los
Indépendants no podían rechazar ningún trabajo.
PC: Digamos que no fue
admitido.
MD: Simplemente fue
vetado. Yo era parte del jurado pero no me consultaron, porque nunca supieron
que lo había mandado yo. Lo firmé “Mutt” para evitar conexiones conmigo; la
Fuente
fue colocada, sin más,
detrás de una mampara y durante la exposición no supe dónde estaba. No podía
decir que yo había mandado el objecto, pero creo que el chisme les llegó a los
organizadores. Nadie se atrevió a mencionarlo. Luego me peleé con ellos y me
salí de la organización. Cuando la exposición se acabó, encontramos la Fuente
todavía detrás de la mampara y me la llevé.
PC: Es un poco como lo que
te pasó en París en 1912, también con los Indépendants.
MD: Sí, parece que nunca
los complacía nada de lo que hacía, pero eso no me importaba.
PC: Eso dices ahora, pero,
¿en esa época?
MD: No, no. ¡Al contrario!
Era bastante provocador.
PC: Te hubiera
decepcionado que Fuente fuera admitida…
MD: Casi. Me gustó como
sucedió. Porque, en el fondo, nunca tuve la actitud típica de un pintor que
presenta un cuadro esperando que se aceptado y luego alabado por los críticos.
Nunca hubo crítica, no la hubo porque el urinario nunca apareció en el
catálogo.
PC: De todos modos.
Arensberg lo compró.
MD: Sí, y lo perdió, El de
ahora es una réplica. Está en la Galería Schwartz de Milán.
51
PC: Esas fueron las
primeras manifestaciones del espíritu dadaísta de América.
MD: Absolutamente. Era muy
agresivo.
PC: ¿Agresivo en qué
sentido?
MD: Anti-arte. Se trataba
básicamente de cuestionar el comportamiento del artista, tal y como lo
concebían desde afuera. Lo absurdo de la técnica, de las cosas tradicionales.
58
PC: Así que regresas a Nueva York a
fines de 1919 o principios de 1920,
trayendo contigo la Mona Lisa y el
foco de Aire de París.
MD: Sí, fue muy divertido. Era un foco
de vidrio de unos cuantos centímetros. Tenía impreso “Serum fisiológico”, lo
había traído para Arensberg como un souvenir de París.
PC: Fue entonces cuando terminaste una
“cosa” totalmente nueva para ti, una máquina, esta vez de verdad, llamada “Ópticas de precisión”.
MD: De hecho, fue una de las primeras
“cosas” que hice al regresar a Nueva York. Una serie de cinco platos de vidrio
donde dibujé líneas blancas y negras que daban vuelta al eje del metal. Cada
plato era más grande que el anterior y si los mirabas desde cierto ángulo de
alineaban y formaban un solo diseño. Mientras el motor daba vueltas, las líneas
parecían círculos blancos y negros, era muy confuso, como podrás darte cuenta.
(…)
60
(…) Ahora, en cuanto a la Viuda fresca…
PC: Pedero, otra vez. Fresca
(fresh-french), viuda (widow-window).
MD: Sí. Viuda “fresca”, queriendo decir:
¡qué fresca!
PC: La viuda alegre.
MD: Si quieres. La combinación con una
ventana francesa me divertía. La ventana la hizo un carpintero de Nueva York.
El entablillado estaba forrado de cuero negro y había que bolearlo cada mañana
como si fuera zapatos, para que brillara. Hay un mismo principio en todas estas
cosas.
PC: Robert Lebel dijo que en ese momento
“habías llegado al límite de lo no estético, lo inútil y lo
injustificable”.
MD: Como sea, es una buena descripción.
¿Lo puso en su libro? Pues es muy
amable, lo felicito. Ya sabrás, la gente tiene mala memoria.
61
PC: ¿Ya habías decidió dejar de pintar?
MD: Nunca decidí eso, se dio. Puesto que
el Vidrio no era una pintura; tenía
un montón de plomo y de otras cosas. Era muy lejano a la definición tradicional
de un pintor con sus pinceles, su paleta, su aguarrás; idea que ya había
desechado de mi vida.
PC: ¿Te molestó esta ruptura?
MD: No, nunca.
PC: ¿Y no has tenido ganas de pintar
desde entonces?
MD: No. Porque cunando voy a un museo
nunca siento sorpresa, azoro ni curiosidad ante un cuadro. Nunca. Me refiero a
los maestros, las cosas viejas… Fui expulsado, en el sentido religios del
término. Sin que fuera voluntario. Me daba asco todo eso.
PC: ¿Nunca volviste a tocar un pincel o
un lápiz?
MD: No. no me interesaba. Cero
atracción, cero interés. Creo que la pintura muere; ya sabes, tras cuarenta o
cincuenta años una pintura se muere, desaparece su frescura. También la
escultura. Es mi lema y nadie lo acepta, no me importa.
Creo
que una pintura muere después de pocos años, como su autor. Después se llama
historia del arte. Hay una gran diferencia ente un Monet hoy, negrísimo, y un
Monet hace sesenta, ochenta años, cuando brillaba, cuando fue hecho. Ahora, ya
es parte de la historia, así se le acepta y de todos modos está bien, no tiene
nada que ver con lo que es. Los hombres son mortales y también las pinturas. La
historia del arte es bien distinta de la estética. Para mí, la historia del
arte es lo que queda en un museo de cierta época, sin que se necesariamente lo
mejor de esa época, y seguramente es la expresión de la mediocridad de la época,
ya que las cosas bellas desaparecen –el público no quiso guardarlas-, pero esto
es filosofía…
62
PC: ¿Qué buscabas en las películas y el
teatro?
MD: Las películas me interesaban sobre
todo por lado óptico. En lugar de hacer una máquina que daba vueltas como en
Nueva York, me dije: ¿por qué no darle vueltas a la película? Sería mucho más
sencillo. No me interesaba hacer películas en sí, era simplemente una forma más
práctica de lograr resultados ópticos. Cuando la gente me pregunta si he hecho
películas, contesto que no, que era sólo una forma de llegar adonde quería.
Ahora estoy totalmente seguro.
63
4. ME GUSTA MÁS RESPIRAR QUE TRABAJAR
63-34
PC: También dijo que el artista
desconoce le significado real de su obra y que el espectador siempre debe
participar reforzando la creación, interpretándola.
MD: Exactamente, porque considero, en
efecto, que si alguien, cualquier genio viviera en el corazón de África
haciendo pinturas extraordinarias diariamente, sin alguien que las viera, no
existiría. Poniéndolo de otra manera, el artista sólo existe si es conocido,
consecuentemente, uno puede completar la existencia de cien genios que son
suicidas, que se matan a sí mismos, que desaparecen porque no supieron qué
hacer para ser conocidos, para impulsarse y hacerse famosos.
Creo
fuertemente en el aspecto del artista como “medio”; el artista hace algo, luego
un día es reconocido por intervención del público, del espectador, así después
se inserta en la posteridad. Esto no lo
puedes detener porque, en breve, es producto de dos polos: el polo de quien
hace la obra y el polo de quien la observa. Yo doy tanta importancia a este
último como la doy a quien hace la obra.
Naturalmente,
ningún artista acepta esta interpretación; pero, poniendo las cosas sobre el
suelo, ¿quién es el artista? Tanto quien hace un mueble –pongamos a
Boulle- como el que lo posee: el que
tiene un “Boulle”. Una obra está hecha con la admiración que le otorgamos.
Las
cucharas africanas talladas en madera no eran nada en el momento en que fueron
hechas, eran simplemente funcionales; después se convirtieron en hermosas:
“obras de arte”.
¿No cree usted que el rol del espectador
es importante?
PC: Ciertamente, pero no estoy
completamente de acuerdo con usted. Tomemos por ejemplo Les demoiselles d’Avignon, el público no la vio hasta sino hasta veinte o treinta años
después de que fue terminada; sin embargo, era algo muy importante para la poca
gente a la que Picasso la mostró.
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PC: Eso es lo que Roché dijo: su mejor
obra ha sido el uso de su tiempo.
MD: Así es, realmente pienso que eso es
correcto.
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PC: ¿Cuál fue su opinión sobre la pintura
surrealista?
MD: Muy buena, pero nunca me gustó la
forma que adoptó y que devino en cierto tipo de abstracción. No me refiero a
los pintores principales, como Marx Ernst, Magritte o Dalí, hablo de los
seguidores, alrededor de 1940. Para entonces el surrealismo ya era algo viejo…
La razón fundamental por la cual sobrevivió el surrealismo, es que no era una
escuela pictórica ni una escuela artística, como las otras. No era un “ismo”
ordinario, porque va a terrenos tan diversos como son los de la filosofía, la
sociología, la literatura, etcétera.
PC: Era un estado mental.
MD: Es como el existencialismo. Hay una
pintura existencialista.
PC: Es una cuestión de comportamiento.
MD: Así es.
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PC: ¿No era sorprendente que ya en 1946
fuera tan poco conocido en París?
MD: No, pues no había tenido
exposiciones, ni siquiera colectivas.
PC: De todas formas, ¡usted ya ocupaba
una posición privilegiada en el arte contemporáneo!
MD: ¡Cuarenta años después! Es lo que le
digo, hay gente que nace sin fortuna y quien simplemente nunca “la hace”. No se
habla de ellos; ese fue un poco mi caso. Además, también tienen que ver los
vendedores de arte, ellos cuidan lo suyo y pues yo no tenía nada que vender. No
iban a obtener mucho pateando mi lata. ¡Nunca ayudé a esos pobres a hacer
dinero! Generalmente cuando vendí, fuer directamente en Arensberg.
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5. VIVO LA VIDA DE UN MESERO
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PC: Eres el primero en la historia del
arte en haber rechazado la idea de pintura; y por ello, en haber abandonado lo
que se conoce como el museo imaginario.
MD: Sí. No sólo pintura de caballete,
sino cualquier tipo de pintura.
PC: Espacio tridimensional, si quieres.
MD: Encuentro que es una muy buena
solución para un periodo como el nuestro, cuando uno no puede continuar
haciendo pintura de óleo, la cual, después de cuatrocientos o quinientos años de
existencia, no tiene razón para seguir existiendo eternamente.
Consecuentemente, si puedes encontrar otros métodos de expresión propia, tienes
que aprovecharte de ellos. Es lo que pasa en todas las artes. En música, los
nuevos instrumentos electrónicos son una señal de la actitud cambiante del
público hacia el arte. La pintura ya no es una decoración para colgarla en el
comedor o la sala. Se nos han ocurrido otras cosas para usar como decoración.
El arte está tomando la forma de un signo, si quieres, ya no es reducido a su
papel decorativo. Esa es la sensación que me ha dirigido toda mi vida.
PC: ¿Crees que la pintura de caballete
está muerta?
MD: Está muerta por el momento, y por unos buenos cincuenta o cien años. A
menos que regrese; uno no sabe por qué, pero no hay razón para ello. A los
artistas se les ofrecen nuevos medios, nuevos colores, nuevas formas de
iluminación, el mundo moderno llega y toma posesión, hasta en la pintura. Fuerza
el cambio de las cosas, naturalmente, normalmente.
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PC: De una
serie de conversaciones que tuviste con James Johnson Sweeney en la TV
americana me llamó la atención esta frase: “Cuando un artista desconocido trae
algo nuevo, casi / prácticamente estallo / reviento con gratitud”. ¿Qué crees
que sea lo “nuevo”?
MD: No he visto
tanto de ello. Si alguien me trae algo extremadamente nuevo, sería el primero
en querer entenderlo. Pero mi pasado me hace difícil ver algo, o ser tentando a
ver algo; uno almacena en uno mismo tal lenguaje de gustos, buenos o malos, que
cuando uno ve algo, si ese algo no es un eco de uno mismo, ni siquiera lo ve. Pero lo intento de
cualquier modo. Siempre he intentado dejar mi viejo equipaje atrás, al menos
cuando veo una cosa llamada “nueva”.
PC: ¿Qué cosas
nuevas has visto en tu vida?
MD: No mucho.
Los artistas pop son suficientemente nuevos. Los artistas op también son
nuevos, pero no me parece que tengan un enorme futuro. Me temo que cuando lo
haces veinte veces, se cae muy rápido, es demasiado monótono, es demasiado
repetitivo; (…)
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PC: ¿Qué piensas de la gente joven ahora
/ estos días?
MD: Está bien, porque está activa.
Aunque sea en contra de mí; eso no importa. Piensa enormemente. Pero no sale
nada de ello que no sea viejo, del pasado.
PC: De la tradición.
MD: Sí. Eso es lo que es irritante; no
se puede alejar de ello. Estoy seguro de que cuando gente como Seurat empezaba
a hacer algo, realmente borraba el pasado. Hasta los fauves, hasta los cubistas
lo hicieron. Parace que hoy, más que en ningún otro momento en este siglo, hay
fuertes lazos con el pasado. Le falta audacia, originalidad…
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