Dussel, E. (2018). Siete hipótesis para una estética de la liberación
Dussel, E. (2018). Siete
hipótesis para una estética de la liberación. Astrágalo, 24,
13–40. https://issuu.com/caeau/docs/astragalo24_web
13
Por ser hipótesis me libro de mayores referencias
bibliográficas e iré directamente al contenido de la cuestión sin advertencias
mayores de posiciones teóricas estéticas clásicas y actuales, para mostrar el
núcleo teórico-poiético del asunto.
HIPÓTESIS PRIMERA LA INTENSIÓN [sic!] LLAMADA AÍSTHESIS (Α’ΙΣΘΗΣΙΣ)
Y EL MUNDO ESTÉTICO. LA ONTOLOGÍA ESTÉTICA
(…) la primera de ellas se situará como el punto de partida
ontológico de toda estética posible (…)
14
Se trata de la apertura, la posición (Einstellung
diría Husserl) primera, la facultad que des-cubre los fenómenos originarios de
lo que llamaremos belleza, cuestión por demás ardua y que en el presente se
pasa frecuentemente por alto para no entrar en equívocos que impedirían temas
más urgentes y disputados en el presente cultural y estético.
Dicha posición de apertura de la subjetividad humana ante
las cosas reales que nos rodean, la llamaremos aísthesis (άίσθησίς),
palabra de la que deriva en castellano estética, y no arte (de origen
latino, ars, y que significa más bien tékhne en griego).
Nos ocuparemos entonces de una estética que se compondrá del
momento ontológico de la aísthesis y del momento óntico o
expresivo-productivo de la obra de arte (que se referirá a la poiética,
de poíesis en griego).
Empecemos entonces por el origen ontológico de la estética:
¿Qué es la aísthesis? El ser humano es un ser-en-el-mundo,
inevitablemente. Se sitúa así el ser humano ante las cosas reales (FL
2.2.2)[1]
del mundo, los fenómenos, implicados por distintas maneras de afectar la
subjetividad mundana del que vive dicho mundo.
Esa presencia, afecta a la subjetividad en su
sensitividad-inteligente o en su inteligencia-sensitiva, unitaria e
inseparablemente. Es racional, emotiva, perceptual[2],
sensible, estética simultáneamente. Puede llamarse dicha apertura que afecta la
corporalidad unitaria humana una comprensión del ser del mundo que es
simultáneo a un querer-vivir-en-el-mundo.
La aísthesis es la apertura al mundo descubierto como
bello (no solo su interpretación, su querer volitivo, su presencia sensible,
etcétera), y de las cosas reales (o imaginarias) del mundo como
manifestando su belleza. Es una facultad que comprende cognitivamente y
desea como voluntad-de-vida, unidad emotivo-intelectual. Es la apertura
estética al mundo y a las cosas.
Debe distinguirse esta apertura o facultad de otras
facultades expuestas en las estéticas clásicas. No nos referimos al campo de la
teoría (ζερία),
al de las acciones prácticas (πραξίς) y a las productivas o poiética
(ποίησίζ).
El campo estético lo constituye entonces la aísthesis, que es una
facultad compleja que implica momentos o aspectos de los otros campos pero que
los redefine desde una posición o actitud propia y distinta, como apertura
estética al mundo. Veamos por partes.
15
La teoria (theoría) representa a las cosas reales en
el neocortex cerebral principalmente, actualizando lo real neuronalmente
(intencionalmente diría la fenomenología). Es la captación de la cosa real por
parte del sujeto cuya finalidad última es sin embargo usarla a fin de afirmar
la vida del sujeto.
La praxis (práxis) es en cambio la posición del
sujeto ante acciones o instituciones posibles con respecto a los otros seres
humanos. Cuestiones que son tratadas por la ética, la política, la economía,
etcétera.
La poíesis tenía un contenido ambiguo, ya que por una
parte puede ser considerada como técnica (y recordando que entre los griegos un
escultor, un arquitecto, o un pintor no se distinguían como oficio de los
artesanos) (…)
La técnica (τἑχνη, tékhne) propiamente dicha
se ocupa más bien de la relación del sujeto con la naturaleza, creando
instrumentos culturales para transformar dicha naturaleza en cultura, es decir
en una morada adecuada para el ser humano.
Por su parte, la aísthesis se la sitúa frecuentemente
en el nivel de la poíesis ya nombrada pero no meramente como técnica (o ars
en latín). Ahora debemos distinguirla claramente como una facultad o apertura
propia de lo que llamaremos estética. El no haberlas distinguido de las otras facultades
dificulta la descripción del fenómeno de la belleza que en primera instancia,
era considerada un momento constitutivo de la cosa real. Se confundían las
propiedades físicas de las cosas la belleza que se constituye solamente en el
horizonte del mundo. Veamos la cuestión más precisamente.
En la economía política por ejemplo, se confunde
frecuentemente las propiedades físicas (naturales) de las cosas reales (de una
manzana por ejemplo) con el valor de uso (la manzana como comestible, como
útil; como la utilidad alimenticia).
Sino hubiera seres vivos, sean animales o humanos (…), nunca
aparecería ninguna cosa real como comestible, es decir como satisfactor de una
necesidad (porque sin vida animal o humana no hay necesidades).
El valor de uso de una cosa real se constituye desde la
necesidad del viviente, a partir de las propiedades físicas que se manifiestan
como útiles (…) El valor de uso tiene una referencia a la cosa física como
portadora material de un valor de uso constituido como mediación desde la necesidad
de la subjetividad humana como corporalidad viviente (…)
15-16
Es la existencia misma y actual de la relación entre la
necesidad del viviente y las propiedades físicas de la cosa real lo que da
origen al valor de uso de la cosa. ¿El valor es subjetivo u objetivo? Ambigua
pregunta. No es meramente subjetivo ni meramente objetivo. ¡Es la relación
misma de la subjetividad en referencia a la objetividad! Si se toma cada
término de la relación separadamente (sujeto sin relación con la cosa real, o cosa
real sin relación con el sujeto) no hay valor de uso. Solo existe realmente en
la relación en acto. De igual manera en la estética.
16
La aísthesis es subjetivamente la que constituye
objetivamente a las cosas reales aquello que se denomina belleza o valor
estético (lo llamaremos así provisoriamente) que no es ni mera existencia
subjetiva ni tampoco solo una propiedad física de la cosa real.
Esto acontece porque la belleza es un fenómeno que se
refiere a propiedades físicas de las cosas reales, es decir, que es parte del
cosmos (FL 2.2.3), pero que se manifiesta fenomenológicamente con
sentido al ser subsumido en el mundo, cuya totalidad es el campo estético, es
decir como un momento cósmico dentro del mundo.
La aísthesis es la facultad subjetiva que constituye a la
cosa real desde el criterio de la afirmación de la vida del observador de la
cosa real en tanto es inteligida sensible y emotivamente (el momento de la
fricción o alegría) de aquello que se manifiesta en el mundo (en tanto fenómeno
mundano) como poseyendo propiedades reales que hacen posible la afirmación de
la vida. Es un modo de presencia de la cosa real ligada a la posibilidad
del sujeto de seguir viviendo plenamente (…)
La música, las obras del arte que modulan el sonido (hasta
una obra sinfónica de decenas de instrumentos y cientos de participantes de la
orquesta y el coro) es el desarrollo de la poiesis.
Desde el canto del gallo que es cuasimundano, se
trata ya de la expresión de la existencia de la facultad que denominamos aísthesis.
El gallo ante la belleza de la aurora expresa en el canto la alegría de
la celebración de la belleza físico natural como momento de la presencia de la disponibilidad
de lo real para la vida animal. Descubre (y constituye) la salida del sol como
bella, en tanto la aurora, la luz del sol, los colores del
firmamento, todo ese panorama que vence la noche (la muerte) es constituido por
el sujeto en su mundo como algo bello.
Hay entonces dos momentos de la belleza: la alegría ante la
aurora misma y el canto (ya veremos más adelante esta cuestión donde la estética
se bifurca). La contemplación-emotiva, como fruición subjetiva es la aísthesis,
en cierta manera se asemeja al asombro (θανμάζω, thaumáso) como pathos
entusiasta que se situaba en el origen de la filosofía para Aristóteles.
17
Es un asombro, un pasmo, una alegría ante lo real como
mediación, como posibilitante del seguir viviendo, es decir, del vivir mismo.
El descubrimiento de la cosa real como mediación para la
realización de la vida es lo que llamamos el descubrimiento de la
disponibilidad o belleza (…) La belleza de la cosa real (o imaginada) es la
síntesis constituida por la aísthesis de esa mera cosa física real.
(…)
La Estética de la Liberación es ante todo la interpretación
de toda la estética desde el criterio de la vida (como belleza o bio-estética)
y de la muerte (como criterio de la fealdad o necro-estética).
17-18
Si indagamos con mayor precisión, el sujeto humano
representa a la cosa como un objeto (a la manera zubiriana) y en un segundo
momento ese sujeto se pone en el mundo como extático, como admirador de
lo maravilloso, como entusiasmado gracias a un sentimiento-inteligente o una
inteligencia-emotiva, que hemos llamado aísthesis, que es una intensión
fenomenológica precisa (piénsese en Husserl) que constituye[3]
al objeto con un sentido particular: como bello;
constituye el valor estético como dando existencia a la experiencia
estética en la relación del sujeto/aísthesis ante el objeto/bello; es
repito, el valor que aparece en la cosa real/objeto) (…)
18
Esa posición subjetiva fenomenológica constituye a las cosas
reales como bellas.
La belleza es la presencia, la patencia de esa experiencia
originaria llamada estética. Las propiedades fisico-cósmicas son el fundamento
material de tal experiencia (las propiedades deben ajustarse a posibilitar la
vida en su contenido, relaciones, posibilidades semánticas de su descubrimiento
(y para ello el color, el gusto, el sonido, el perfume, etcétera) que debe
guardar una armonía con las posibilidades limitadas de la actualización de
ellas en el interior de la corporalidad humana, en cuanto al posible acceso a
esas disponibilidades reales.
18-19
La belleza así descrita la denominaremos en una primera
instancia, como belleza física o natural (…) se trata de la constitución de una
belleza o estética física o natural, situada como mero hecho en el mundo (y aun
en el cuasi-mundo animal, como diría Heidegger), sin describir todavía la producción
de signos u obra alguna. El mero hecho natural, primigenio. La belleza
constituida por el observador del arroyo en la montaña que susurra (un sonido)
en la caída del agua pura de roca en roca; ese sonido es una propiedad física
captada por la aísthesis como bella. Dada ahí, sin todavía ninguna
transformación humana cultural.
19
HIPÓTESIS SEGUNDA LA PLURALIDAD ANALÓGICA DE LA AÍSTHESIS Y POR
ELLO DE LOS CAMPOS ESTÉTICOS
Demos ahora un paso más en la descripción del tema que nos
tiene ocupados. Ese pasmo o tono (diría nuevamente X. Zubiri) ante lo real como
mediación universal para la realización de la vida, esa belleza física o
natural, se manifiesta a través de múltiples aspectos de la cosa real; como
distintas aperturas, modos de presentarse de la cosa real que enfrenta a la
subjetividad determinada por la intensión estética (es decir, de la aísthesis).
En cuanto el cosmos se manifiesta en el mundo como mediación universal para la
vida, en cuanto bello entonces, debe contar con tipos de manifestación o
aparición fenoménica que permitan al sujeto estético (aísthesis) acceder
a la realidad de lo real en su belleza.
Es decir, advertir en la manzana por su forma, su color,
su gusto que es una manzana y no una piedra; por presentarse como
apetitosa y no como lo que causa nausea; por su perfume que es deleitoso
y no como cuando la manzana se pudre que produce asco, fealdad entonces;
por su momento de plenitud nutritiva apropiada para ser consumida (es decir, por
su madurez o disponibilidad a punto para ser digerida), etcétera.
Es decir se constata semióticamente (descubriendo
hermenéuticamente) su contenido, y probándose se verifica ser efectivamente un
cosa disponible o una mediación posible actual para la vida (…)
Denominamos la pluralidad analógica de la aísthesis los
distintos campos estéticos que se constituyen desde esa diversidad de accesos
posibles desde la subjetividad (de una cierta intensión) co-determinada por las
propiedades físicas de la cosa real (de su estatuto cósico).
19-20
El concepto de campo ya lo hemos analizado en otras obras.
Apliquémoslo ahora a la estética. Debe tenerse primeramente en cuenta el
concepto de mundo, como totalidad ontológica (FL 2.2), cuya definición vale
analógicamente a sub-mundos particulares, sabiendo que un sub-mundo es un mundo
como parte existencial del mundo en su sentido indicado. Cuando se habla de
mundo estético se hace referencia al sub-mundo estético de lo cotidiano
(óntico) dentro del mundo en general (en sentido ontológico). El mundo
estético, tomado como parte del mundo en general, queda definido desde el
horizonte de la belleza (del ser como bello) y de todos los entes que lo
componen en tanto bellos, constituidos por la subjetividad determinada por la
intensión estética de la aísthesis.
El campo estético es, tomado abstractamente, una totalidad
ontológica de todo aquello que lo compone (…)
El distinto sentido de los entes lo determina el horizonte
ontológico respectivo. En el campo estético los entes serán bellos o sin valor
estético: feos. Forman por su parte una totalidad sistémica como veremos (en el
caso de una cultura) pero deseamos indicar por ahora otro aspecto. La
distinción por su contenido o por la constitución del campo desde un
aspecto de las múltiples manifestaciones fenomenológicas de la cosa bella.
No es lo mismo la propiedad física del color que del sonido
o del perfume. Son propiedades físicas distintas en la cosa real y también son
aperturas de la subjetividad distintas por las que se construye neuronal o
subjetivamente la cosa real en la subjetividad humana (intensional, neuronal).
El componer neuronal o intensional de la cosa real en la representación
subjetiva tiene diferentes componentes. Se sintetiza en el concepto la cosa
real subjetivamente gracias a la percepción, que tiene componentes de color,
sonidos, gusto, perfume, tamaño, forma, etcétera. Todo ello constituye una
totalidad como percepción inescindible que Merleau-Ponty expuso en La
fenomenología de la percepción.
De esta manera podemos concluir que cada una de esas cualidades
de la cosa constituye por su parte sub-campos diversos. Así podemos hablar de
un campo visual del color y la forma, del campo auditivo del sonido, del campo
del olfato, y otros muchos campos (o subcampos).
La estética podrá así especializarse en estos diversos
campos (o sub-campos) de las cosas reales en cuando bella (…) Estos campos
determinan diversas posiciones de la aísthesis (…)
Es así que la estética se distinguirá en diversos campos
(sub-campos entonces) según sea aquel aspecto o determinación de la cosa real
que se toma principalmente en consideración.
21
Nace así la exigencia de distinguir el campo estético en
general de los sub-campos estéticos (…)
Como puede observarse hemos pasado de la llamada belleza
física o natural a la belleza propiamente humana, antecedido por la belleza
animal (del mundo animal que Heidegger denomina Weltarm: un mundo
todavía pobre) (…)
De esta manera hemos situado, no analizado y menos agotado,
la descripción de los diversos campos de la estética, los cuales tienen mucho
en semejanza (la similitudo de la analogía) y también de distinción (la distinctio),
que es lo que propiamente se describe como la tarea propia de las estéticas
empíricas (y por supuesto las teorías o comprensiones general filosóficas de
cada uno de estos campos).
(…)
22
HIPÓTESIS TERCERA. DE LA AÍSTHESIS A LA POÍESIS (ΠΟΊΗΣΙΣ):
LAOBRA DE ARTE.
En efecto el simple hecho de que la aísthesis es
ejercida como una experiencia en el mundo (humano, lo que es una redundancia)
determina inevitablemente la escisión o distinción entre (a) el mero ser en el
mundo ante las cosas reales como entes con sentido (y por ello como bellos o
no) dados al uso meramente como naturaleza (FL 4.1.1) o (b) dados como
cosas reales modificadas por la producción, por el trabajo, por la intervención
transformadora del humano. De esta manera se pasa de una experiencia de la
naturaleza como tal a la naturaleza transformada en cultura (FL 4.2-
4.3). Es la humanización de la naturaleza (de la que habla Marx).
Aparecen de pronto (anticipado por los animales) objetos producidos por el
trabajo humano que comienzan a ser como una nueva esfera en la Tierra, la noosfera
crea una esfera cultural (física, material y simbólica) propia del mundo
como totalidad de sentido (no como mera realidad cósmica, que es subsumida en
la materialidad física de los entes” culturales).
La intervención trans-formadora (el cambiar [trans-] físicamente
la forma de las cosas naturales en cosas con sentido o culturales, arte-factos)
abre entonces un nuevo horizonte propiamente inexistente antes de la aparición del
ser humano. Hemos definido a la cultura siguiendo en parte a Paul Ricoeur, como
La cultura es el conjunto orgánico de comportamientos predeterminados por
actitudes (ethos) ante los instrumentos de la civilización (arte-factos) cuyo contenido
teleológico está constituido por valores y símbolos de la comunidad, es decir,
estilos de vida que se manifiestan en obras de cultura que transforman el
ámbito físico-natural en un mundo, un mundo cultural.
En esa totalidad cultural la estética juega un papel
fundamental. No solo por el estilo del gusto de la aísthesis, y en este
sentido no individualista (contra Kant puede decirse que el gusto o la aísthesis
es un ejercicio comunitario y cultural del asombro estético ante la
disponibilidad para la vida), se impone de alguna manera a la totalidad de los
miembros de una cultura (…)
La aísthesis es determinada culturalmente como puede
observarse en una historia mundial (no eurocéntrica) de la estética de las
culturas. Pero si subjetivamente la aísthesis determina un gusto
o preferencia en el juicio de las cosas como bellas (y su contrario) ahora
aparece de parte de la realidad cósica-cultural (objetivamente, pero no
en un sentido kantiano) gracias a las obras de arte (expresión ahora de
etimología latina).
23
Y bien, debemos distinguir entonces entre aísthesis y
la érgon (έϙϒον en griego) o la opera/opus (en latín);
es decir, entre (a) el acto que abre el mundo estético y (b) la producción (poíesis)
de la obra llamada de arte (es decir, puesta en la existencia desde la aísthesis)
que es una cosa real o instrumento con sentido dentro del campo estético.
En un trabajo anterior hablé de la filosofía de la póiesis y
era en efecto la filosofía de la producción en general, de los instrumentos diseñados,
pero no habiendo suficientemente aclarado el momento de la aísthesis y por ello
la cuestión de la belleza quedó ambiguamente expuesta. Ahora podemos hablar de
una estética como la experiencia ontológica de la aísthesis, y de
la totalidad óntica de las obras o creaciones del arte.
Aparece entonces un nuevo tema: la relación de la estética
con la técnica (tékhne en griego, y ars en latín, de donde
procede la palabra arte en castellano). El arte es una técnica (tékhne),
pero una técnica muy especial en tanto el artesano o el tecnólogo (por ejemplo,
el albañil y el ingeniero) son solamente técnicos en la actualidad, sin el
componente estético en su acto productivo o simplemente trabajo. En las culturas
clásicas el técnico era simultáneamente un artista. Fidias era un
artesano-artista esculpiendo figuras para el Partenón (de nuevo un ejemplo
helenocéntrico).
Mientras que el artista moderno se diferenció del mero
técnico (artesano o tecnólogo) y se definió solamente como el productor de
obras de arte y no de otras obras artesanales o tecnológica no estéticas. Nace así
la expresión del arte por el arte, con autonomías absoluta de otro campo de
actividad humana. Esto dificulta la aclaración de los conceptos. Por ello nos situaremos
en el presente y reflexionaremos sobre la distinción entre aísthesis y
obra de arte propiamente dicha[4]
pero también en relación con otros campos (cuestión que trataremos en las
siguientes hipótesis).
La obra de arte supone la aísthesis pero contiene
también otros supuestos. Se trata de desarrollar los momentos de la estética
natural, por ejemplo: el sonido y el canto del pájaro, ahora como obra de arte,
como música. Para ello se necesitarán instrumentos culturales que habrán de ser
creados para poder obtener nuevos sonidos, sonidos más complejos, armonías no
naturales, en fin todos aquellos componentes de la música que produzcan como
resultado también un crecimiento de la aísthesis y que se vayan
depositando como momentos significativos y materiales (como cosas reales
creadas) de la cultura (…)
24
(…) la obra de arte es el fruto cultural, histórico del
crecimiento de la aísthesis, tanto en el productor de la música como del que
oye y participa en la obra conmovido (es decir, activando en su subjetividad la
experiencia de su propia aísthesis del escucha o espectador).
Enla obra de arte no hay solo un productor de un ente estético
que desarrolla la mera estética natural, sino que hay una comunidad, una
historia cultural, también como determinación determinante determinada por todo
el sistema contextual de instrumentos civilizatorios que permiten ese
desarrollo. La belleza es crecientemente una nota de todo producto cultural. El
campo estético va extendiéndose y penetrando en todos los campos de la
existencia humana.
De tal manera que la mutua determinación de la estética y la
técnica, la aísthesisy la poíesis nos permiten descubrir las dos caras de la
estética; ni solo el impacto sensitivo-intelectual o intelectual-emotivo de lo
bello (como aísthesis), ni solo el considerar todo el inmenso mundo cultural de
las obras de arte, que es la cosa real transformada en cosa-sentido (…)
La naturaleza es transformada en cultura. La Tierra, de
pronto, se ha humanizado. Ya casi no queda naturaleza como naturaleza, sino que
el ser humano la ha transformado (cambiando de forma: trans-forma-do) en
cultura, en obra de arte, como un aspecto inescindible de toda obra de cultura.
Y esto es la presencia del diseño que comienza a intervenir en todos los
ámbitos de la producción humana (…): sería la estetización de todo instrumento
material y simbólico cultural.
24-25
La filosofía griega hablaba de un lógos poietikós (la
inteligencia que produce: la técnica en sentido helénico), razón o inteligencia
productiva donde la belleza se emparentaba a la eficacia del medio, sin
separarlas. Debemos ahora distinguir teóricamente el momento estético del meramente
productivo; pero, acto seguido, debemos ahora reintegrar el momento estético en
el mundo productivo como obra de arte o como todo útil, instrumento o mercancía
estéticamente creado. Sería una estetización de la mera instrumentalidad
cotidiana. La síntesis sería la aisthesis poiética, denominada como
estética, donde ambos momentos son nuevamente articulados. Un embellecimiento global
de los objetos y de la cultura como tal. La antigua descripción de la adecuada
o recta razón-sintiente o el recto sentimiento inteligente de lo a fabricar[5]
bellamente (kalós) queda ahora generalizado de nueva manera.
25
En la historia mundial, en todas las culturas cada campo
estético desarrolló distintas reglas, ritmos, formas, estructuras, armonías,
contrastes que no eran las mismas en todas las culturas. Hasta desarrolla un
gusto (del que el individualismo metafísico de Kant sugirió que no podían ser
generalizables o comunitarios) olvidando que si existían esos gustos culturales
analógicos (…)
Surgirán así histórica y culturalmente las normas estéticas
de la obra (ergonomía) que serán determinadas desde el horizonte
histórico de las culturas, lo que nos abre ahora al problema más actual de la
estética.
HIPÓTESIS CUARTA. LA MUTUA DETERMINACIÓN DE LOS CAMPOS
ESTÉTICOS Y LOS CAMPOS PRÁCTICOS. LA DIMENSIÓN ÉTICO-POLÍTICA DE LA ESTÉTICA
Quizá lo más difícil de situar en la problemática actual de
la estética es el cruce de los diversos campos. El romanticismo alemán intentó
mostrar la prioridad de la estética sobre la ética, enseñando que por la
estética el ser humano puede cumplir las exigencias de la razón práctica, la
felicidad, la perfección del bien y la justicia (relacionando así la Crítica
de la razón práctica con la Crítica del juicio de Kant, pero dando
prioridad a la segunda). Otros en cambio dan prioridad a la razón ética,
política o económica (la estética como militancia revolucionaria) y sitúan la
estética como un medio de realizar la justicia o un mejor orden futuro
histórico-político. Se trata de una elección desde una última instancia: estética
o práctica (y en los campos prácticos se prioriza la ética, la política, las
economías, u otros campos prácticos).
Es fácil de mostrar ejemplos en los que el campo económico
tiene prioridad sobre la estética. En el capitalismo la belleza diseñada de la
mercancía que se expone en el mercado es ya un buen ejemplo. La mercancía
diseñada por artistas (la moda del vestido, de los instrumentos, de la comida,
del auto, etcétera) encandila al posible comprador (despierta una aísthesis
deformada y generalizada por la propaganda de ciertas mercancías) y parece
embellecerse al sujeto mismo que usa un bello auto, un bello
traje, una bella casa, etcétera. La mercancía alcanza mayor precio si es
bella, y como tal muestra un valor de signo y diferencia, enseñaba Jean
Baudrillard[6],
dentro de la lógica de la moda (…)
26
Un cierto análisis marxista standard igualmente da prioridad
a la economía sobre la estética, analizando la producción de la obra de arte
desde las condiciones económicas de sus productores (como sistema, como
cultura, como individuos, como clase social). La teoría estética de los
marxistas, tales como la de G. Lukács o Alfonso Sánchez Vázquez y la tan
elaborada estética del marxismo occidental de la Escuela de Frankfurt, como el
caso de Adorno en especial sobre la música (…) en todas ellas se estudia la
relación del campo estético en el cruce con el campo económico solucionado en
parte tal como lo proponemos a continuación, dando prioridad a un campo o
instancia sobre el otro. De lo que se trata en nuestro caso es de pensar un
campo estético en donde no se pretende partir de una última instancia, sino
pensar más bien en la mutua determinación de un campo sobre otro que en un
proceso en espiral se encuentra por su parte determinada y es determinante de
los otros campos siguiendo el desarrollo de dicha espiral ascendente
histórico-cultural. Es decir, el campo estético puede (y es inevitable) estar
determinado por el campo político, por ejemplo.
27
Ni el campo estético es mediación de lo político ni lo
político esencialmente determina a lo estético. Sino que deben fecundarse
mutuamente, en concreto y siempre; aunque frecuentemente uno domina o mediatiza
al otro, como en el realismo soviético o el arte de la propaganda mercantil; lo
instrumental mata a la estética y al campo práctico desnaturalizándolos (…)
Y bien, pasando al tema en su esencia, debe decirse que el
cruce del campo estético con el ético-político permitirá a la estética subsumir
las categorías de esos dos campos prácticos y la estética se aproximará así a
su producción histórico-concreta.
De ninguna manera negamos la necesidad de la articulación de
la estética con los campos prácticos. Al contrario, exigimos su mutua
determinación, sin perder cada campo su autonomía respectiva. Ningún artista
mediocre por articularse a una política progresista o de izquierda es mejor
artista. Ningún mal político por embellecer su propaganda es mejor político.
28
Ante las acciones complejas practicas la estética debe saber
descubrir el hecho de que le es inevitable la articulación con dicho campo
(ético, político, económico, etcétera) y que queda mutuamente determinado por
aquellos. La cuestión para el artista es tener clara conciencia de su
compromiso con quién, por qué, en qué, etcétera, situación práctica asume como
su contraparte en su articulación. Debe saber jugar, arriesgar, comprometer su
dominio estético en una causa adecuada, justa, honesta, ética.
Dos textos guiarán nuestra reflexión en las restantes tres
hipótesis. Cita Israel Martínez Ruiz[7]
una reflexión de la Junta del Buen Gobierno de la Realidad (comunidad zapatista
en Chiapas, México):
Una cosa queremos compartir, es sobre los murales que para nosotros son muy importantes. Porque es otra forma de expresar o contar nuestra historia. Aunque al principio tuvimos problemas, porque los hermanos y hermanas pintores llegaban a pintar lo que ellos querían o pensaban, pero nos dimos cuenta que al final no le entendíamos porque solo ellos sabían lo que iban a mostrar [...] Después se les pidió que juntos se haga lo que queremos expresar. Entonces empezaron a formar equipos de muralistas. Ahora nosotros, o sea el pueblo, es el que dice qué es lo que quiere que se pinte, para que a cualquiera que llegue a visitarnos podamos explicarles lo que significa (…)
Este contar con el acuerdo y con la colaboración de la
comunidad expresada pictóricamente es lo que René Mancilla, arquitecto tantas
veces premiado por su obras entre las comunidades originarias del desierto de
Atacama en Chile, llama los Códices arquitectónicos dibujados por la comunidad
que vivirá en la obra que se construye comunitariamente: es decir es a partir
de esos Códices producidos consensualmente a partir de los cuales el equipo de
arquitectos diseña definitivamente casas, escuelas, edificios públicos, plaza
recreativas y con los materiales tradicionales (mejorados) y desde el tipo de
belleza tradicional pero novedosa, creativa, creciente.
Los especialistas participan de las discusiones con la
comunidad que se concretan en códices dibujados y explicados por todos sus
miembros. Los especialistas estudian esos códices y después proponen proyectos
arquitectónicos. La comunidad los discute y corrige. Los arquitectos modifican
sus propuestas. Y como en un ininterrumpido ir, participar y volver a proponer,
se alcanza al final la decisión de lo que se ha de producir. El consenso de la
comunidad es el origen de la obra estética diseñada. El arquitecto cumple con lo
que podemos denominar una estética obediencial: obedece el gusto y la
necesidad de la obra de la comunidad.
29
Como cuando en la Política de la Liberación descubrimientos
en torno al 2006 que la concepción de la política desde la noción de poder
obediencia" (enunciada por el FZLN en Chiapas y por Evo Morales en
Bolivia), de la misma manera ahora se capta el principio fundamental
(normativo, ontológico y metafísico, esto último en el sentido levinasiano) de
una Estética de la Liberación. Lo que llamaremos estética obediencial
(analógica al poder obediencial de la política) enuncia la hipótesis originaria
de estas tesis. De paso supera con creces la estética kantiana de los genios
artistas y del mismo H. Marcuse que en Eros y civilización sitúa la novedad estética
en la imaginación de los artistas (individuales), ambas visiones semejantes a
la de Kant, y en gran parte de la Escuela de Frankfurt.
Todas ellas están limitadas por el individualismo moderno y
por la incomprensión de la historia mundial de la estética. Por ejemplo, las
grandes obras arquitectónicas de la humanidad, ¿los jardines colgantes de
Babilonia, las pirámides egipcias, el Partenón ateniense, la tumba romana de
Adriano base de las basílicas bizantinas y éstas últimas punto de partida del
arte musulmán de las mezquitas, los templos hindúes de Madurai o los ya
islámicos de Agra (como el Tajh Mahal), la arquitectura china, las iglesias
góticas de la cristiandad latina (en el esplendor de la catedral de Köln), las
inmensas pirámides aztecas (con más de 11 mil conjuntos piramidales en solo
México) o las mayas, la precisión de las murallas de Sacsayhuaman de Cuzco,
etcétera, fueron obras de genios kantianos o de pueblos durante milenios? ¿No
eran acaso, como exige la autorizada comentadora zapatista, obras de arte
comprensibles para el pueblo porque creada por ellos? Los grandes
artistas genios de esas culturas ¿no fueron acaso observadores y productores obedenciales
que supieron expresar la estética del pueblo, de las comunidades, de las
pequeñas y grandes culturas que son fruto comunitario de expresión de un
tipo de belleza que surge del consenso de sus miembros durante centenas y hasta
miles de años?
La ética le permite a la estética subsumir principios
normativos (como exigencias éticas universales válidas para las culturas
particulares)[8]
que fortalecen los principios propios de la estética. Según el principio
material o de la obligación en todo acto de la afirmación de la vida humana, la
estética gana en claridad y voluntad ya que partiendo del descubrimiento de la
belleza como la disponibilidad de las cosas reales y las obras de
cultura como mediaciones adecuadas para la vida, según la aísthesis,
ahora se exige deónticamente practicar la acción estética para afianzar la voluntad-de-vida
(Lebenswille) de un pueblo, de todos los pueblos, que es el contenido
último de la misma estética.
El principio del consenso práctico (en la ética) o de
legitimidad (en la política) fortalece la concepción comunitaria de la
estética, no como contemplación emotiva individualista sino como experiencia
comunitaria. De la misma manera el principio de factibilidad le dará mayor
realismo en el uso de los medios para la producción colectiva de la obra de
arte.
29-30
Pero según veremos, serán los principios críticos
ético-políticos los que definirán la diferencia entre una estética del sistema
vigente como dominación, de la estética de los dominados o excluidos como una
estética crítica, como una Estética de la Liberación (en la hipótesis seis más
adelante). Por lo general, las estéticas vigentes son las de los grupos (los
cultos), las clases (la burguesía en la modernidad), las culturas dominantes
(el eurocentrismo estético, por ejemplo), cuestiones que pueden tratarse
contando con categorías prácticas como la de totalidad, alienación, exclusión,
liberación, etcétera. Ciertamente son estéticas, pero defectivas,
necro-estéticas.[9]
30
De igual manera, teniendo en cuenta la política, si el poder
residía en la comunidad política, en el pueblo (como expresaba el texto
del zapatismo) de igual manera es en el pueblo donde reside ahora la potentia
aesthetica creativa última en sí todavía, que como analógicamente en
la política exige su expresión objetiva (en la política como instituciones [potestas]
y en la estética como obras de arte). Y así como la representación política se
puede fetichizar corrompiéndose, así el artista individual (aun el genio) puede
creerse el origen de la creación de la obra de arte, olvidando la comunidad (…)
De igual manera por ejemplo, el campo económico y técnico
puede determinar y ser determinado por el campo estético. Así en la arquitectura
el campo económico puede determinar nuevamente a la comunidad que puede sugerir
los materiales constructivos, las reglas culturales en vigencia de los grupos
populares, que bajan los costos y usan la producción del lugar, ateniéndose a ciertos
principios técnicos que aunque sean mejorados inspirados en otras experiencias,
guarden coherencia cultural con el entorno. Y de nuevo, habrá que aplicar
principios críticos estéticos para que las comunidades oprimidas o
excluidas puedan recibir el beneficio de la belleza en sus espacios
arquitectónicos de todo tipo, usando formas, estilos, materiales propios. La
especial atención a esos grupos más pobres es el fruto de la intervención de
una Economía de la Liberación.
30-31
Por supuesto que también el campo teórico o las concepciones
ideológicas de la estética determinan a las prácticas estéticas. La estética
romántica alemana, que se levantó contra el racionalismo ilustrado del siglo
XVIII, con su teoría de Sturm und Drang (tempestad e ímpetu) con
figuras como W. Windelband, F. Schiller, F. Schlegel, Novalis o F. Heine, conmovieron
las teorías y las prácticas del arte, pero al mismo tiempo teóricamente
inventaron el helenocentrismo estético como origen clásico del Renacimiento y
del eurocentrismo estético e histórico que culmina con Hegel. Es el despertar
de la exclusión de lo germánico por el pensamiento enciclopédico francés que movió
el péndulo hacia el otro extremo, con el romanticismo, situando a la cultura
del Norte de Europa con pretensión de ser la culminación de la historia mundial
de la estética. Veremos algunos aspectos de esta temática en las dos hipótesis
siguientes.
31
HIPÓTESIS QUINTA. EL ESTETICIDIO QUE PRODUCE EL TIPO DE
BELLEZA CLÁSICA GRECOMODERNA EUROCÉNTRICA DE LAS ESTÉTICAS COLONIALES.
El fetichismo de la totalidad estética desde Grecia a Europa
crea lo que podemos denominar la estética eurocéntrica, centralidad labrada
lentamente desde 1492 es decir, en la modernidad. Esa pretensión de centralidad
producirá inevitablemente la negación del valor de todas las otras estéticas;
será un auténtico esteticidio, como un aspecto central de la instalación
de la bipolaridad que comienza a formarse en el Caribe de la modernidad/ colonialidad.
Los otros mundos culturales fuera de Europa serán juzgados como primitivos, bárbaros,
sin belleza alguna, en el mejor de los casos, folklóricos.
Será uno de los momentos en que la matriz de la colonialidad
del poder, la subjetividad, la cultura cobrará mayor impulso. La víctima dominada
será juzgada como lo brutal, salvaje, con una fealdad estética inocultable. La
estética de lo feo (de la fealdad: kakós en griego) se aplica fuera de
las fronteras de Europa. Estos juicios estarán sostenidos por escalas
clasificatorias de los tipos de humanidad, que hasta por su forma y las
dimensiones craneanas, el color de la piel, la extrañeza de sus hábitos,
comidas, vestidos, música, danza, arquitectura, etcétera evidencian tipos
humanos inferiores. Sin lugar a duda la piel negra del africano y de otros colores
en diversas culturas, darán pie a un racismo que será un medio privilegiado
para marcar hasta en la naturaleza de la corporalidad la superioridad de la
estética occidental.
Como lo expone Jack Goody la modernidad se ocupó
primeramente en estudiar y aprender los archivos de las otras culturas. El
propio Durero quedó admirado al contemplar la precisión y miniatura de las
joyas de los aztecas que los españoles conquistadores hicieron llegar a sus
manos. Como otro ejemplo piénsese en la estética del Renacimiento y su
vinculación nunca claramente explicitada con el Bizancio griego-cristiano
tomada militarmente por los turcos en 1453 y qué decir de los chinos, admirados
en el siglo XVIII y vituperado posteriormente.
Esos archivos después de haber sido estudiados y asimilados
se los tomó como punto de partida de un innegable crecimiento propio. Pero una
vez asumidos y desarrollados los ignoró como sus fuentes, y los denigró como
primitivos, atrasados, salvajes, en el caso ejemplar del llamado despotismo
oriental en el siglo XIX, habiendo la China contribuido con elementos fundamentales
de la cultura moderna, iniciando la Revolución industrial antes que Inglaterra e
igualmente haciéndose presente en la estética con las llamadas chinoiseries
en el vestido, la pintura, la decoración de muebles, todo tipo de
instru-mentos, etcétera.
32
Una vez creada la retórica del milagro estético griego
en la Antigüedad como origen de la tradición que culmina en la modernidad como
milagro europeo, se dan las bases teórico-ideológicas del eurocentrismo estético
que juzga a todas las otras estéticas (…)
Se trata de un esteticidio —lo llamaría Boaventura de Sousa
Santos— porque no solo hay desconocimiento de la creación estética de las
grandes culturas del Sur, sino que todo comienza a priori con la
pregunta: ¿Qué pudieron producir de belleza, de estética esas culturas
bárbaras? Y la respuesta es negativa o al menos no se descubre en ellas
ningún elemento que pudiera servir como momento de creatividad, de novedad
estético mundial, por su atraso o barbarie.
Para esa descalificación de las grandes culturas
transformadas en la modernidad como mundo colonial también estético, nada mejor
que la invención de una historia mundial del arte formulada clásicamente
en el esquema de la historia universal hegeliana, hecha clásica, desde la
inventada Antigüedad (todas las culturas fueron preparatorias teniendo como culminación
Grecia y Roma en un movimiento del oriente al occidente), la llamada Edad Media
(como periodo consecutivo mundial, siendo solo el hecho del aislamiento de Europa
detrás del muro que construyó el arte islámico y al final el Imperio
Otomano, estética islámica que se cultivaba desde el occidente del Atlántico
con Marruecos hasta el oriente del Pacifico en la isla de Mindanao en
Filipinas) y por último, la Modernidad (que se inicia con el 1492 que origina
simultáneamente el capitalismo, la colonialidad, el racismo aplicado
mundialmente, el eurocentrismo como ontología e ideología dominante, y el
esteticidio del mundo colonial o del Sur global).
Sobre ese esquema se escriben todas las historias del arte
mundial y nacional, no solo de los países del Norte sino igualmente las
historias de todas las culturas reducidas a haber logrado obras atrasadas y
rudimentarias claramente diferenciadas como experiencias estéticas coloniales Las
primeras del Norte como creadoras, innovadoras, bellas por excelencia,
modernas, y las coloniales del Sur se valoran en la medida que miméticamente
imitan defectuosamente a las primeras. En el mundo colonial la estética queda definitivamente
escindida en (a) el arte practicado por la elite dominante colonial, que es mimético
y juzga eurocéntricamente la belleza en la colonia y por ello desprecia lo
propio y lo popular y (b ) el arte popular, tradicional, que aunque frecuentemente
se reconocen sus impresionantes obras del pasado como meros antecedentes sin
continuidad como puede observarse en las culturas chinas, indostánica, islámica
(desde la antigua Mesopotamia), igualmente africanas (desde el antiguo Egipto y
su extensión a la sabana y al horizonte bantú), mesoamericana o inca que goza
de vitalidad hasta el presente, pero serán catalogada como tradicionales,
rudimentarias, bárbaras, naiv o folklóricas.
32-33
Todo esto produce inevitablemente el juicio de un vacío
absoluto de la estética colonial, que como Walter Mignolo lo señala, por no ser
modernos caen fuera del espacio y del tiempo creativo de la estética (…)
33
(…) analizamos como el esteticidio de la cultura popular no es
solo debido al eurocentrismo modernidad/ colonialidad sino igualmente a la
colonialidad interna asumida como dominadores en América Latina por la elite
criolla blanca (como los clanes brahmánicos en la India, y de otra manera y
nombres en todas las culturas del Sud). Hay como una correa de transmisión de la
negación de la cultura popular de parte del eurocentrismo en el centro y en la
periferia. Para no extendernos en esta hipótesis quinta recomendamos
leer los artículos citado en mi obra Filosofía de la cultura y
Transmodernidad, donde se encuentran materiales que reflexionan sobre esta
cuestión.[10]
34
HIPÓTESIS SEXTA DE LA DESCOLONIZACIÓN DE LA ESTÉTICA ALA
ESTÉTICA DE LA LIBERACIÓN
Descolonizar encubre una negatividad (negar la colonialidad
estética); liberar en cambio indica el momento positivo, crear la nueva obra de
arte, la nueva estética. Por lo tanto nos enfrentamos al momento poiético
o creador del nuevo momento estético.
La crítica del fetichismo de la belleza del sistema estético
eurocéntrico, occidental, moderno debe ser asumido (…) pero subsumido dentro de
otro horizonte el del nuevo sujeto o actor colectivo de creación estética que
son las culturas y los pueblos colonizados en el camino de su liberación (…)
Veamos una dimensión que W. Mignolo denomina Activar los
archivos, descentralizar a las musas. La descolonización en uno de sus aspectos,
se sirve igualmente de la fuerza de los Estados que descubren no solo su
autonomía (aunque a veces precaria) sino igualmente la cultura estética propia
(…)
35
En esos casos la comunidad educa al artista y crea lo que
hemos llamado una estética obediencial. Es necesario ponerse a la escucha (…) y
solucionar de nueva cuenta la aporía kantiana entre la estética popular y el genio
artístico. Repasemos por un instante algunas de las tesis de Kant.
Nuestro filósofo expresa en La crítica del juicio que
la obra de arte es un modo de representación que estimula la cultura
(Kultur) de las fuerzas espirituales para la comunicación social que exige
en el espectador el juicio de gusto pero que tiene por causa creativa la
imaginación como facultad productiva (Eimbildungskraft) del genio. Por
ello para juzgar los objetos bellos como tales se necesita el gusto y para
el arte belleza; y para producirlos (Hervorbringung): genio. Para Kant la
acción creativa estética es entonces propiamente la realizada por el genio: el
genio es el talento, el don natural, que da la regla al arte.
Una Estética de la Liberación en cambio, debe
recordar el testimonio de la comunidad maya zapatista. En primer lugar, nos
hablan de ciertos artistas extranjeros que llegan a la comunidad maya
(para ellos exótica por la arquitectura, el color de sus vestidos y de su piel,
por la naturaleza tropical bellísima y abundante) para realizar la tarea del
artista: producir una obra de arte acorde con este contexto. El artista es este
caso se comporta como un singular como el genio kantiano. No advierte que su
individualismo moderno (igual al de Kant) está determinando su creatividad (…)
El genio tenía su proyecto para la comunidad; pero la
comunidad, con plena autoconciencia de ser el sujeto colectivo de la creación artística,
debió disciplinar a los extranjeros e integrarlos a la comunidad (…)
36
(…) Es la comunidad, el pueblo el que ya conoce el contenido
de la obra de arte y desea aprender a crearla (…) siendo la comunidad la sede
creativa de toda obra estética como lo fue siempre desde hace siglos y milenios
en todas las culturas de la humanidad. El serla sede originaria de la capacidad
creadora es lo que denominaremos, analógicamente a la política, la potentia
aesthetica. La comunidad estética no es la que obedece las reglas de los
genios (kantianos)[11]
sino que son los miembros de la comunidad como el sujeto de la potentia que
crea dando el contexto histórico estético (los que obedecen son ahora los
genios transformados en artistas obedienciales). Es el pueblo el que crea en
última instancia. ¡Aún L. von Beethoven fue un oyente, un obediente al canto de
los campesinos que festejaban la vendimia junto al Rhin! Su inspiración, el
asombro de la aísthesis del creador no le vino por estar en la Opera, sino por
la experiencia emotiva, creadora del pueblo simple alemán al que supo escuchar
cantando y danzando con su oído estético educado y genial. Como enuncia la
sabiduría semita: ¡Que cada mañana me despierte con el oído atento del discípulo!
El pueblo es el sujeto colectivo del gusto y por esto los
gustos en principio son comunitarios.
(…) Los gustos son culturales, comunitarios, aunque pueden haber
diferencias individuales dentro de la comunidad (solo en ciertos aspectos y
como excepción y en esto Kant tiene razón). Pero no es cierto que sobre
gustos no haya nada escrito.
Dicho juicio es propio del individualismo moderno,
solipsista ya que siempre responde a una base común solidaria (…)
37
Ciertamente la estética tiene reglas comunitarias,
históricas, pero flexibles dentro de ciertos límites (…) No es un mero querer
autoritario, sino un querer comunitario que produce la obra de arte y de la
cual se tiene pleno dominio que se expresa en esta confesión: para que a
cualquiera que llegue a visitarnos podamos explicarles lo que significa.
En la llamada Edad Media europea en las catedrales góticas
el pueblo rememoraba en los retablos, con sus bajorrelieves de frisos y los
vitrales de las ventanas las historias que todos conocían en las que el pueblo
era educado en sus propias tradiciones. Era la obra de arte que reafirmaba a la
comunidad en su identidad. Lo mismo acontecía en todos los grandes monumentos
artísticos de la humanidad. La modernidad arrebató a los pueblos coloniales la
capacidad de su autoexpresión, y en la colonialidad estética se ocultó lo
propio de cada una ellas y se exaltó una estética pretendidamente mundial,
occidental y eurocéntrica.
(…) Habiendo ya expuesto lo aquí escrito deseo efectuar una
última reflexión. Alguien podrá objetar: ¿Pero no puede soslayarse que haya
miembros de una comunidad, que viviendo profundamente los gustos, las reglas,
la experiencia de la propia estética comunitaria, tienen donen naturales, un oído
y memoria acústica muy por sobre la media, habiéndose dedicado apasionadamente
de manera disciplinada en la técnica necesaria de manera no común lo que le da
un dominio en la ejecución de las obras de su campo, como por ejemplo en el
arte musical; o una percepción instantánea y profunda muy desarrollada para el
color, el sentido de la perspectiva, la profundidad de los espacios, el uso de
la luz y la sombra, y tantos aspectos necesarios para la pintura, y, además,
habiendo tenido maestros de gran conocimiento y práctica en su campo estético,
lo que le permite expresar la belleza (arraigada en la de su pueblo), lo que
nos hace comprender la intención innegable de Kant en lo que él llamaba el
genio, pero situado en su caso sin referencia constitutiva a la comunidad como origen
de su inspiración (inspiración que no es sino el avivamiento coyuntural de la aísthesis).
37-38
Lo esencial es saber dónde se encuentra el fundamento (en el
individuo solipsista o en la comunidad en la que vive y es educado el artista obediencial).
Hay entonces dos posturas: o la del genio que singularmente determina la creación
de la obra de arte que se populariza en la comunidad posteriormente; o la del
artista obediencial que tiene el genio de interpretar el latido oculto de la
belleza viviente de una comunidad histórica en su estado latente pero presente,
que sabe oír atentamente esos latidos para otros inaudibles a fin de
desarrollar en plenitud una obra que expresa al mismo tiempo la estética
comunitaria pero también la realización novedosa, original, de mayor perfección
de lo conocido hasta ese presente histórico por un pueblo.
38
El que al sentir e interpretar esta co-representando el
sentir común[12]
de una manera profunda, que parte y admira la aísthesis de la comunidad,
no puede sino recibir por parte de la comunidad, el aprecio, el aplauso del
artista singular por su osadía y perfección, siendo consagrado por el mismo
pueblo como el mejor y más coherente miembro en la comprensión y sensibilidad
de la estética de la comunidad.
De esta manera nace el genio artístico singular, expresión
obediencial ante un pueblo, por llevar a la aísthesis y a la obra de
arte comunitaria a su pleno desarrollo. Un Chopin en su Polonesa heroica
(un ejemplo eurocéntrico), expresa al pueblo polaco en una coyuntura política crítica
dónde el genio celebra la percepción estética de la comunidad y la obra de arte
nutre a la comunidad para vitalizar (como hiperpotentia aesthetica) el
patriotismo en estado de rebelión, de aspiración hacia la liberación. El genio
nace desde el presupuesto de la estética comunitaria y es su consagración;
siendo siempre la sede ontológica y el actor protagónico el pueblo mismo como potentia
aesthetica.
Valga casi al final de estas hipótesis volver sobre
el paradigma de la liberación, que muy resumidamente podría exponerse así. En
un primer momento, dado un sistema mundial iniciado en 1492 donde la oposición
modernidad/ colonialidad es constitutiva de ambos términos de la relación, la
modernidad ha pasado por ser el sistema vigente estético hegemónico que como el
ser parmenídico se afirma ante el no-ser, la exterioridad, el
Otro. En un segundo momento, dicho no-ser, que el mundo estético
colonial, del Sur negado después de cinco siglos, toma conciencia de sí mismo,
entra en un estado de rebelión y se anuncia al comienzo como pura negatividad. Niega
la estética moderna y comienza un movimiento descolonizar, que se cumple en todos
los niveles, desde la epistemología estética, a las prácticas, a la protesta,
etcétera.
Sin embargo, y el más necesario es el tercer momento, que no
es puramente negativo sino positivo, creador, emergiendo una nueva experiencia
de la aísthesis que se expresa en una revolución al nivel de las obras
de artes en todos los campos, superando asi el fetichismo de la belleza moderna
e inaugurando la irrupción de diversas estéticas que comienzan a dialogar en un
pluriverso transmoderno donde cada cultura estética dialoga y aprende de las
otras, incluyendo la misma modernidad (destituida de su universalidad y situada
como una particularidad muy desarrollada ciertamente).
La Estética de la Liberación piensa esta temática y sabe que
el camino hacia una estética futura pluriversal (no universal por la imposición
de la estética de una sola cultura dominante) significará una sin-fonía (muchas
expresiones musicales en diálogo y mutuo aprendizaje) respetuosa de las
distinciones analógicas que se darán entre todas ellas. Y así proponemos, como proclaman
los zapatistas en otros horizontes: ¡Otra estética es posible!
39
HIPÓTESIS SÉPTIMA NUDOS QUE SE CONSTITUYEN ENTRE LAS MUTUAS DETERMINACIONES
DEL CAMPO ESTÉTICO CON OTROS CAMPOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS
Deseamos indicar los nudos donde los distintos campos se
tocan a fin de definir los diversos temas que una teoría o filosofía estética debería
exponer.
De esta manera, en un primer intento de enfoque sistemático
de una Estética de la Liberación, se manifiesta en la intersección de la
estética con campos teóricos (como teorías). Será ingente la tarea
futura de la producción de una nueva filosofía estética descolonizada, de una
historia regional y mundial de la estética; como aísthesis (es decir, como
subjetividad que elabora nuevos gustos y reglas para la interpretación
estética) y como obras de arte (incluyendo también sus respectivas reglas, instrumentos,
teorías de su producción, desarrollo de la crítica estética tan esencial para el
arte).
En un segundo nivel los cruces o articulaciones del campo
estético con el campo técnico o productivo (como producción de la obra de arte)
que depende en gran medida del avance civilizatorio de la cultura que produce obras
de arte (…)
El tercer nivel es el cruce de la estética (esencial para
una Estética de la Liberación) con los campos prácticos sean éticos, políticos,
económicos, pedagógicos, de los géneros, las razas, etcétera. Todos los
resultados de tales determinaciones deben ser consideradas como un proceso de
la liberación de la aísthesis (en cuanto el asombro emotivo,
sensibilidad inteligente ante la disponibilidad para la vida de las
cosas reales son nuevamente juzgadas desde los criterios de la propia cultura,
y no solo desde el eurocentrismo colonial estético), lo mismo que la autonomía
en la producción de la obra de arte creando su reglas productivo-estéticas y
usando los instrumentos tradiciones que pueden, y en algunos casos deben ser
desarrollados en diálogo con las otras culturas y la misma modernidad.
No será ya una mera producción de las obras de arte según la
estética dominante del Norte. Como entre los Zapatistas el pueblo experimentará
un renacimiento y reconocimiento de las estéticas del Sur, desarrolladas
gracias a la creación de nuevas experiencias de la aísthesis y de nuevos
estilos de las obras de arte liberadoras de la potentia de la belleza
experimentada durante siglos (si no milenios) entre las culturas dominadas, los
condenados de la tierra, los pueblos del Sur hoy en estado de renovación.
[1]
Citaremos como FL mi obra Filosofía de la liberación [1975], ECE,
México, 2011 (en Web-page wenw.enriquedussel.com/obras). Refiero a este libro
por su carácter sistemático categorial de la Filosofía de la Liberación.
[2] M.
Merleau-Ponty describe la unidad de estas funciones en la percepción que se
compone de múltiples relaciones entre estos subsistemas cerebrales.
[3] La
constitución (Konstitution) es un momento o acto preciso descrito en la
fenomenología. El objeto (Gegenstand; la cosa real representado actualmente en
el cerebro, en el sentido de X. Zubiri) se la determina con un cierto sentido (Sinn)
correlativa a la intensión. F. Frege distinguía entre significación
(contenido semántico del objeto) y sentido (FL 2.3.5; el valor estético
en este caso) sin descubrir todas sus implicaciones. Si la intensión es erótica
el objeto adquiere el sentido sexual si es económica se determina el valor
económico del objeto; si es político se manifiesta el objeto como una mediación
en el ejercicio del poder (valor político), etcétera. En el nivel cognitivo
Husserl hablaba de la noesis (intensión cognitiva) y el noema (el
sentido o contenido noético del objeto). M. Heidegger puede asi
distinguir el ser-en-el mundo como posición originaria del ser humano (el Dasein),
del momento fenomenológico de ponerse en el mundo constituyendo las
cosas del mundo en un cierto sentido es decir, como ego cogito
cogitatum (las cosas pensadas por un pensador o como lo sentido por
el que siente, como cogitatio), que para Ántonio Damasio es un feeling
(sentir). La aísthesis es igualmente un modo segundo del ser-en-el-
mundo fundamental; es el abrirse o constituir un sentido particular, es decir,
abrirse estéticamente (no cognitiva, ética o políticamente) al mundo.
[4]
Aunque la cuestión se complica por lo intervención del diseño (artístico) en la
producción de todos los instrumentos a la mano en la civilización
contemporánea. Un cuchillo es técnicamente producido por ingenieros pero
diseñado al mismo tiempo por diseñadores. El diseñador subsume la técnica del
ingeniero en el mundo estético produciendo un cuchillo bello (estéticamente) y
eficiente (técnicamente). Sería la presencia del mundo estético que subsume el
mero mundo tecnológico. Véase FL 4.3. En esta Filosofía de la Liberación
se describió más el diseño que la estética. Estas siete hipótesis completan ese
texto antiguo.
[5] El
orthós lógos poietikós de los griegos.
[6]
Véase Crítica de la economía política del signo, Siglo XXI, México, 1974.
[7] En
su obra La praxis del arte contemporáneo en Chiapas, Tesis de Maestría de la
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapa (México), marzo de 2017.
[8]
Considérense los seis principios normativos en mi Ética de la Liberación
(Trotta, Madrid, 1998, en inglés en Duke University Press, Durham, 2013)
[9]
Usando la expresión de Achille Mbembe de la política (necropolítica)
analógicamente en la estética.
[10] Los
textos están en www.eniquedussel.com/obras.
[11] En
realidad, el genio auténtico es el que mejor interpreta el genio popular.
Beethoven (y tampoco Einstein con respecto a la teoría de la relatividad) no
hubiera podido crear el Canto de la Alegría si hubiera nacido entre esquimales,
por ejemplo. Es tan obvio que pareciera ridículo simplemente enunciarlo.
[12] El
creador de una obra de arte inevitablemente la hace ante un espectador virtual
que, en último término, es su propio pueblo donde ha nacido y para el cual
expresa en esa obra el sentir mismo del pueblo.
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