El problema de la reducción

Selim Abdel CASTRO SALGADO, M. Arq. //Doctorado en Arquitectura y Urbanismo
Módulo 1: Introducción al Conocimiento Científico

Tema 7. El problema de la reducción

El reduccionismo
Existe un problema epistemológico que combina simultáneamente su vaguedad con la importancia filosófica que posee, y es el problema de la reducción, vinculado a cierta postura filosófica denominada precisamente reduccionismo. Para resumirla en breves trazos, implica la afirmación de que objetos o ámbitos de cierta naturaleza pueden, al fin y a la postre, definirse o caracterizarse en términos o en componentes que corresponden a otro ámbito, de naturaleza distinta. (p. 275)
Si tenemos algún procedimiento para reducir una disciplina a otra y, en particular, cierta teoría a otra de una disciplina anterior, se comprenderá que las leyes de la disciplina que ha sido reducida se transforman en hipótesis derivadas de las teorías de mayor alcance. Si esto es así, las leyes fundamentales de una disciplina quedarán explicadas por las leyes o las teorías de la disciplina básica a la cual se reduce la primera. Uno de los atractivos epistemológicos y metodológicos de la reducción es que una disciplina quedará no sólo reducida sino, en cierto modo, explicada, sobre la base de las teorías exitosas de la disciplina fundamental. Así podría decirse, por ejemplo, que la teoría galileana del movimiento se reduce a la mecánica de Newton o que la óptica se reduce al electromagnetismo de Maxwell. (p 276)
Uno de los logros más exitosos de la posición reduccionista aconteció cuando se formuló la teoría cinética de los gases y su forma posterior, más elaborada, la mecánica estadística. (276-277)
Reduccionismo ontológico
La discusión anterior acerca del pensamiento de Freud muestra que la tesitura reduccionista tiene matices, ya que no es lo mismo hablar de reducción de objetos que conectar las leyes de una disciplina con las de otra. Debemos ofrecer por consiguiente algunas precisiones para eliminar, hasta donde ello sea posible, la vaguedad de lo que se llama reduccionismo. y es aquí donde podría dividirse la discusión en aspectos diferentes desde un punto de vista lógico. En primer lugar, definiremos como "reduccionismo ontológico" a la tesis según la cual, si tenemos una disciplina A, que podernos llamar básica, y una disciplina B que intentarnos reducir a la anterior, lo que se afirma es que las entidades de B son, en el fondo, estructuras cuyos componentes, relaciones, correlaciones y funcionamiento corresponden a la disciplina A. El reduccionismo ontológico, entonces, es la tesis de que todo aquello de lo que trata la disciplina B, a ser reducida, no es, pese a su apariencia de entidad simple, más que un complejo, estructura o sistema cuyas propiedades deben comprenderse en términos de las entidades de la disciplina A. (p. 280)
Reduccionismo semántico
Una forma alternativa de reduccionismo, que presenta dificultades análogas a la anterior, es lo que podríamos llamar "reduccionismo semántico". En este caso no se intenta afirmar que ciertas entidades son reductibles a otras entidades, sino algo muy distinto: que el lenguaje de la disciplina B, la que se quiere reducir, puede ser traducido al lenguaje de la disciplina básica A. Habitualmente suponemos que el lenguaje tiene mucho que ver con los objetos o entidades a los que nos referimos cuando usamos estructuras o expresiones lingüísticas, pero no todos los lingüistas y metodólogos concuerdan con ello (…)los únicos problemas en discusión versarían acerca de expresiones y de su traducción de un lenguaje a otro (p. 282)
Para Gilbert Ryle, una reducción conductual de la palabra "inteligente" sería la siguiente: 'X es inteligente" se traduciría por 'Toda vez que se presenta a x una situación difícil o un problema complicado, x supera la situación o resuelve el problema". Si el lector .examina lo peculiar que hay en esta definición, advertirá que "inteligente" no designa una propiedad; tampoco se pretende realizar una reducción ontológica. Lo único que se afirma es que la calificación verbal de "inteligente" se aplica a una persona cuando ésta reacciona de cierta manera a un determinado tipo de estímulo o desafío. (p. 282)
Reduccionismo metodológico
Una tercera clase de reducción quizá la más interesante para nosotros y la que tiene más conexión con el problema de la explicación, es la denominada "reduccionismo metodológico". De lo que se trata aquí, dicho de una manera informal, es de reducir una teoría a otra. Pero, ¿qué significa esto? En realidad, tal reducción puede entenderse de diversas maneras. La más simple sería la siguiente: si A es la teoría básica y B la que se desea reducir, la reducción exigiría a) que se definan todas las palabras de B a partir de las de A, lo cual implica una reducción semántica, y b) que las hipótesis de la teoría B sean hipótesis derivadas de la teoría A. En una palabra, la reducción metodológica significaría una reducción semántica del lenguaje de la teoría B al lenguaje de A, con la exigencia resultante de que, al hacerlo, se descubra que B es una teoría derivada de A. Es necesario señalar que, si no hiciéramos previamente la reducción semántica, no podríamos advertir, debido a que las teorías A y B emplean vocabularios diferentes, la dependencia deductiva de una con relación a la otra: la "máquina de deducir" no nos permitiría acceder a las locuciones de B a partir de las de A. La primera etapa, la de reducir el vocabulario es, entonces, imprescindible para realizar la reducción metodológica (…) La conclusión es que la reducción metodológica, tal como la hemos descrito, no resulta un regalo automático de haber hecho una reducción en el sentido semántico. De todos modos, resulta interesante advertir que esta situación no es típica. La situación real es algo más complicada e importa tener en cuenta a este respecto un modelo que ofrece Nagel en La estructura de la ciencia, que, a propósito de esta problemática, resulta ser una estructura tan famosa como la nomológico deductiva de Hempel en cuanto a la explicación científica. La analizaremos brevemente.
Consideremos nuevamente las teorías A, básica, y B, a ser reducida. Sabemos que en B se emplea un vocabulario que no aparece en A, y la tentación sería reducirlo al de A mediante una reducción semántica. Como ya lo hemos señalado esto no es fácil ni tampoco, a veces, suele ser exitoso. Piensa Nagel que hay una situación más general en este punto: no se trata de traducir el vocabulario de B al vocabulario de A. ya que, en principio, es necesario admitir que cada disciplina tiene su problemática definida y, por tanto, cuando un especialista habla de sus problemas sabe de qué habla y a qué situaciones aplica su lenguaje. Lo que importa, según Nagel, es que en ciertas circunstancias hay una correlación entre lo que sucede con las entidades de A y las entidades de B, lo cual nos lleva nuevamente a una noción que ya hemos usado muchas veces: la de regla de correspondencia. En este caso tendríamos hipótesis que contienen simultáneamente términos del vocabulario de B y términos del de A. Como aquí no estarnos hablando de términos teóricos, la noción de "regla de correspondencia" es un tanto distinta de la que empleamos en el Capítulo 4, pues estamos simplemente conectando dos vocabularios y no de manera semántica lo cual permitiría una traducción), sino formulando hipótesis acerca de cómo se correlacionan situaciones descritas por expresiones en el vocabulario de B con otras que emplean el de A, Tenemos entonces no dos sino tres elementos: la teoría A la teoría B y e! conjunto C de reglas de correspondencia que vinculan expresiones' en el vocabulario de A con otras formuladas en el de B. (p. 281-282)
Por tanto, al reducir no estamos eliminando las entidades de la teoría reducida; no decimos que las entidades biológicas son entidades físico-químicas ni traducimos un vocabulario al otro, Curiosamente en cierto modo cada disciplina conserva la legitimidad de su discurso para el ámbito al cual se refiere y nada queda, por así decir, eliminado. ¿Cuál es entonces la ventaja de proceder de este modo? Que si admitimos las reglas de correspondencia, o sea, vincularnos cada situación en A con otra situación en B, podemos explicar y hasta prever qué sucede en la teoría B sobre la base del mero conocimiento de lo que sucede en A. (p. 284-285)

Referencias

KLIMOVSKY, G. (1997). Las desventuras del conocimiento científico. Una introducción a la epistemología (3rd ed.). Paraguay. Buenos Aires: A-Z Editora.


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