18. Maldonado/ Gómez Cruz. El mundo de las ciencias de la complejidad. 2. El problema más difícil

Selim Abdel CASTRO SALGADO, M. Arq. //Doctorado en Arquitectura y Urbanismo
Módulo 1: Introducción al Conocimiento Científico
Sesión 6. Tema 18 MALDONADO, Carlos Eduardo; GÓMEZ CRUZ, Nelson Alfonso (2010): El mundo de las Ciencias de la Complejidad. Una investigación sobre qué son, su desarrollo y sus posibilidades

2. El problema más difícil
Criterios de demarcación de/para la complejidad


En uno de sus libros más importantes y sin embargo menos conocidos, K. Popper sostiene que los dos problemas fundamentales de la epistemología son: el problema de la inducción y el problema de los criterios de demarcación. El primero, como se sabe, se origina en la obra de D. Hume y consiste en el problema de cuántas observaciones particulares son necesarias o suficientes para llevar a cabo y sostener una generalización. Este problema, sostiene Popper, ha quedado resuelto por él. La respuesta es elegante y sencilla: toda inducción es una deducción. Sin embargo, afirma Popper, el problema del criterio de demarcación queda sin resolver.

Con seguridad, el problema de los criterios de demarcación se remonta a los orígenes mismos de la humanidad occidental y atraviesan la historia de los últimos 2500 años. Es posible presentar este problema de varias maneras:

De entrada, en la obra de Platón, aparece, en su expresión más general, como el problema de la distinción entre el ser (to on) y la apariencia (to pseudos) y encuentra en La República su mejor tratamiento (...)  mejor criterio elaborado por Platón consiste en su llamado recurrente a la distinción: horismós, y que es distinción de conceptos, de planos y de contextos (...)

En la Edad Media (...) puede hacerse referencia a la distinción entre lo verdadero (o la verdad) y la apariencia (o el error) y que constituye un sólido motivo que da lugar progresos verdaderamente significativos en lógica y en el estudio del lenguaje (...)

En el plano de la filosofía del empirismo en la modernidad, se trata de las distinciones entre cualidades primarias y cualidades secundarias (...) Al respecto, como es sabido, lo verdaderamente significativo estriba en el hecho de que estas distinciones -que teóricamente forman parte de una teoría del conocimiento- aparecen como conditio sine qua non para la formulación de una teoría política (...)

E. Morin ha aportado seguramente la mejor contribución al problema, así: la dificultad grande de distinguir entre el ser y el no-ser o entre el ser y la apariencia consiste en el hecho de que el no ser (o la apariencia) nunca se manifiestan como tales, como lo que son (apariencia), sino siempre como lo contrario de lo que son (ser). (p. 30-31)

el problema estriba en al abordaje de criterios de demarcación entre las ciencias de la complejidad y el pensamiento sistémico, tanto como con el llamado pensamiento complejo -y que hace referencia a la obra de E. Morin y sus epígonos. Por derivación, se trata del criterio de demarcación entre complejidad y cibernética, complejidad y sinergia, en fin complejidad y ciencia clásica- de corte lineal, reduccionista, causal. Tal es el objeto de estudio a continuación. (p. 31)


2.1. La distinción entre complejidad y pensamiento sistémico

(...) la historia del conocimiento en toda la extensión de la palabra, fue siempre la historia de la jerarquización y, consiguientemente, de especialización del conocimiento humano (...) (p. 32)
Los enfoques sistémicos -que a la postre serán conocidos como la ciencia de sistemas-, constituyen una reacción a la historia de la especialización de la ciencia, del conocimiento humano, una historia que es, en rigor, de disciplina, en el doble sentido de la palabra (p. 32-33)

El pensamiento sistémico determina su propio ámbito de trabajo: se interesa en "sistemas", esto es, en complejos de elementos que se encuentran en interacción. De esta suerte, las interacciones -y en consecuencia, las relaciones- constituyen el foco de trabajo de la teoría, el enfoque o el pensamiento sistémico- tres maneras de designar una misma geografía.

A partir de la capacidad de relacionar, el pensamiento sistémico plantea un cruce o una integración entre disciplinas y ciencias diferentes, y esta integración se daría justamente en el marco de la teoría general de sistemas (von Bertalanffy) o de las aproximaciones sistémicas. G. Bateson plantea esta misma idea en términos de la búsqueda de y el trabajo con patrones (patterns); es lo que el denomina "la pauta que conecta" (the connecting pattern). (p. 33)

(...) en el marco de las ciencias de la complejidad, absolutamente ninguna de las teorías que la componen (por ejemplo, teoría de fluctuaciones, teoría de turbulencias, y otras) así como ninguna de las ciencias que conforman el mundo de la complejidad, sostiene que existan ni sistemas cerrados ni (= mucho menos) sistemas aislados. En complejidad únicamente existen sistemas abiertos. Más radicalmente: es imposible que existan sistemas cerrados o aislados; se trata, tan sólo de abstracciones. Todos los sistemas son abiertos. Ni siquiera el universo en que vivimos es cerrado o aislado.

(...) Todos los sistemas necesitan para operar, funcionar o vivir (como se prefiera) esencialmente tres elementos que no tienen los sistemas por sí mismos sino que proceden del entorno, del medioambiente. Ellos son: información, materia y energía. Ni la energía ni la materia ni la información provienen de los sistemas -cualesquiera que ellos sean; se encuentran el entorno, provienen del entorno. El medioambiente es un concepto esencialmente indeterminado. (p. 34)

hay fenómenos que no son complejos en el sentido de que pueden ser explicados y comprendidos por vía de herramientas -conceptuales, computacionales, matemáticas y otras- analíticas, estadísticas o lineales. Lo que acontece gracias a las ciencias de la complejidad es que cuando un fenómeno o sistema: a) se comporta de modo complejo: es decir, impredecible, no-lineal, con turbulencias y demás, o bien: b) cuando se hace complejo, entonces existe una caja de herramientas, si cabe la expresión, para comprenderlo, para explicarlos. Son justamente las ciencias de la complejidad.

Una idea cara al pensamiento sistémico es el reconocimiento de que el todo es mayor que la suma de las partes (...) En el marco del estudio de los sistemas complejos hay dos rasgos claros que marcan una diferencia fuerte con respecto a la idea del holismo sistémico. De un lado, es el reconocimiento de que los sistemas complejos son de complejidad creciente, una idea que implica tanto evolución como sorpresa y emergencia. Así, estrictamente hablando, no es suficiente en el contexto de complejidad con el reconocimiento de que un sistema es más que la sumatoria de sus elementos, puesto que es preciso, adicionalmente, reconocer que los sistemas complejos no permanecen estáticos, o permanentes, sino variables, dinámicos. (p. 34)

lo que no logra entender el enfoque sistémico es que, en numerosas ocasiones:

Hay una pieza del rompecabezas que falta (o que se pierde);
Hay una pieza del rompecabezas que encaja en un tiempo x pero no en un tiempo y
Que cuando una pieza encaja (en un tiempo x) hay otra(s) que se desencajan (en el mismo tiempo x o en un tiempo y) (p. 35)

Un elemento común al pensamiento sistémico y a las ciencias de la complejidad sirve como criterio de demarcación con respecto a la ciencia clásica. Se trata del hecho de que en los dos primeros campos se trabaja no ya con base en el concepto de causalidad, sino, mejor aún, con el concepto de emergencia. 

El principio de causalidad, introducido o formalizado por primera vez por Aristóteles, constituye el pivote de toda la racionalidad occidental (...) Pues bien, esa historia se quiebra por varios lados, en paralelo. De un lado, el concepto de emergencia -introducido por primera vez G. H. Lewes en 187526- sirve para explicar todos aquellos procesos, relaciones e influencias en los que: i) no existe ninguna conexión directa entre causa y efecto, y ii) en el efecto es perfectamente imprevisible y no se corresponde, uno a uno, con los elementos contenidos en o explicados por la causa, con lo cual el efecto resulta mayor o cualitativamente distinto a la(s) causa(s).

(...) el principio de causalidad que era admitido sin más como un factor de explicación universal queda reducido, en el marco de la complejidad o de los enfoques sistémicos, como una razón explicativa únicamente a nivel local. (p. 36)

(...) Como lo explica J. Holland (Emergence), el concepto de emergencia sirve para explicar que de poco surge mucho y lo mucho que resulta no es reducible, en manera alguna, a los elementos que entran en la causa o que actúan como input en el proceso mismo. Como observan C. Emmeche et al., el concepto de emergencia sirve para explicar el mundo en términos de niveles o escalas, y no ya en un solo plano o contexto.

Más exactamente, y de manera puntual, el concepto de causalidad implica o afirma un determinada filosofía, a saber: el reduccionismo. Así, pensar causalmente equivale a pensar en reducir un fenómeno, comportamiento o dinámica a la(s) que lo explican). Todo lo contrario sucede en el contexto del concepto de emergencia. Las emergencias, propiamente hablando, apuntan hacia los desarrollos, productos o procesos subsiguientes de un sistema determinado. (p. 37)


No existe hasta la fecha una teoría de sistemas y debe poder desarrollarse, para lo cual el trabajo en detalle con isomorfismos resulta una conditio sine qua non

Los enfoques sistémicos, originales de los años 1960s, resultan a la fecha (en 1985; y a fortiori a la fecha) un modelo agotado y que no ha tenido un relevo generacional. Los jóvenes investigadores, académicos y teóricos poco han contribuido al campo; a lo sumo hacen uso de él o lo adoptan como una cosmovisión

Los enfoques sistémicos permanecen como eso: un gama amplia, pero dispersa de conceptos, herramientas y aproximaciones que, al cabo, terminan por reducirse a saberes circulantes y a jerga

Predomina -crecientemente- la jerga sobre el trabajo eminentemente científico que es, a la postre, el trabajo y la investigación con demostraciones. Mucho mayor éxito tienen los enfoques sistémicos en el campo de las ciencias sociales que en el de las ciencias llamadas naturales o positivas. (p. 38)

Digámoslo de manera puntual: los enfoques sistémicos han terminado por convertirse en ciencia normal, y su capacidad de innovación ha sido ya cooptada por parte de los diferentes estamentos públicos, privados y de la sociedad civil. Tenemos aquí un estupendo ejemplo de cómo una teoría se sobrevive a sí misma, y lo que queda es un acumulado de términos carentes de vitalidad y de función significativa. (...)

Podemos distinguir tres clases de sistemas, así:

Sistemas (o fenómenos) simples. Son todos aquellos que se pueden explicar por vía analítica; es decir, dividiendo, fragmentando el fenómeno del caso de suerte que puede ser explicado en función de componentes o lógicas o relaciones o patrones más elementales. Inversamente, un fenómeno o sistema simple admite una explicación constructivista (o incluso reconstruccionista) y que consiste en reconstruir una dinámica o estructura a partir de las partes elementales -fundamentales por definición- identificadas. La mejor explicación de los sistemas simples es el principio de causalidad;
 Fenómenos (o sistemas) complicados. Son todos aquellos que pueden ser explicados o comprendidos a partir de la elaboración de conjuntos de los mismos fenómenos o sistemas simples. Esta clase de fenómenos (o sistemas) pueden ser explicados a través de estadísticas, estándares, promedios, análisis matriciales, vectores o fuerzas;
Sistemas (o fenómenos) complejos. Son todos aquellos que no pueden ser explicados o comprendidos por vía reductiva (o reduccionista) ni tampoco con el recurso a cualquier clase de estadística. Esta clase de fenómenos o comportamientos operan a la manera de máquinas de Turing, y muestran, inmediatamente, ante una mirada reflexiva, el ámbito de los problemas P versus N-P. Los sistemas complejos son, en rigor, fenómenos, sistemas o comportamientos de complejidad creciente -en toda la línea de la palabra; así, por ejemplo, como complejidad informacional, o algorítmica, complejidad computacional o termodinámica, en fin, complejidad dinámica o cognitiva, se trata, siempre, en cada caso, de complejidad creciente.


2.2. La distinción entre ciencias de la complejidad y pensamiento complejo

(...) la atención de vuelca a continuación a establecer varios criterios de demarcación que, adicionalmente, contribuyan a la especificación acerca del estudio de los sistemas complejos caracterizados por no-linealidad, emergencia y autoorganización (...) (p. 41)

(...) existe una simbiosis, a nuestro modo de ver peligrosa por superficial, entre pensamiento sistémico, cibernética (de primero y de segundo orden, teoría de la evolución, autoorganización, epistemología y teoría de la sociedad y de la cultura, como si se tratara de elementos que encajan bien en el propósito del pensamiento complejo (...) (p. 42)

Quizá el mas importante de los conceptos últimos de Morin sea el del denominado "Principio hologramático", un termino que emplea inspirándome en la obra del físico D. Bohm, se trata, simple y llanamente, del reconocimiento de que, según Morin "El todo está en la parte que está en el todo" una expresión que no tiene absolutamente ningún valor en lógica, ya sea en la lógica matemática o simbólica (lógica formal clásica), bien en las lógicas no-clásicas.

Precisamente, en el plano de la lógica -en el sentido menos técnico, pero sí incluyente- sostiene Morin que los principios del pensamiento complejo son tres: distinción, conjunción e implicación. He aquí un caso claro en el que el lenguaje se impone sobre el pensamiento. La ignorancia de Morin acerca de la lógica es colosal.

(...) es evidente que las ciencias de la complejidad son ciencia, pero no a la manera de la ciencia clásica. En la jerga de complejidad se habla -en realidad, cada vez menos- del "paradigma cartesiano-newtoniano" para referirse a la ciencia clásica (...) (p. 42)

(...) I. Prigogine ha señalado (La nueva alianza. La metamorfosis de la ciencia), con detalle y fineza, que la ciencia moderna constituye la extensión de la Edad Media por otros medios, y que, en realidad, la ciencia moderna todavía está impregnada del espíritu, la atmósfera, las preocupaciones, si se quiere, de la teología medieval (...)

Las ciencias de la complejidad son ciencia:

En el sentido del rigor: rigor conceptual, metodológico, matemático, computacional, sintáctico, y demás;
En el sentido griego de la episteme -un término que desborda (o abarca) a la ciencia y a la filosofía (como serían conocidas posteriormente) y que, por tanto, no se reduce ni a la ciencia ni a la filosofía;
Son ciencia de frontera, fundada en problemas de frontera. Así, no se trata ya de ciencia disciplinar, de ciencia que se define en el espíritu medieval, es decir: por género próximo y diferencia específica (se es médico porque no se es veterinario; se es abogado porque no se es sociólogo; se es economista porque no se es administrador, por ejemplo, y así sucesivamente). (p. 43)


2.3. La distinción entre ciencias de la complejidad y cibernética

(...) son propiamente los enfoques sistémicos y el pensamiento complejo lo que, acaso de manera indiscriminada, recurren a la cibernética como análoga o complementaria o constituyente del estudio de los fenómenos, sistemas y comportamientos caracterizados por complejidad. (p. 43)

Desarrollada en 1948 por N. Wiener, la cibernética busca encontrar los elementos comunes que explican el funcionamiento de las máquinas automáticas y el sistema nervioso (central) humano, a partir de lo cual se lanza en la búsqueda de una teoría que abarque todo el campo del control y la comunicación en las máquinas y en los organismos vivos. Posteriormente, en 1979, H. Von Foerster desarrolla la cibernética de segundo orden o cibernética de la cibernética. La cibernética de segundo orden se articula en torno a tres ejes: la noción de observador, la de lenguaje (el lenguaje de un observador) y, en tanto que un observador emplea el lenguaje con respecto a alguien más -otro observador-, el tercer eje es el de sociedad; la sociedad que conforman los dos observadores.

Pues bien, la cibernética de segundo orden es la cibernética social, y plantea de entrada la noción de que el observador sea (un agente) autónomo.

Así pues, la cibernética (de primer orden, llamada así retrospectivamente) estudia el control y la comunicación entre máquinas y seres vivos; la cibernética de segundo orden, por tanto, estudia todos los temas sociales y, por derivación, todos aquellos atinentes a cuestiones como responsabilidad social, cooperación, acción colectiva, y otros que apuntan, ulteriormente a dominios diversos como la ética, la administración, la economía y la política.

(...) Existe un trabajo que merece ser mencionado, de manera puntual, al mismo tiempo como eslabón y, contradictoriamente, como frontera entre la cibernética, por tanto también el pensamiento sistémico, y las ciencias de la complejidad. Se trata del libro escrito conjuntamente por H. Maturana y F. Varela, De máquinas y seres vivos. Autopoiesis: la organización de lo vivo. (p. 44)

Un rasgo propio de las ciencias de la complejidad en general es el hecho de que por encima de la idea de causalidad y de centralidad, reconoce de entrada y trabaja sobre ella, la idea de procesos y sistemas en paralelo, no jerarquizados, sin control central y en la que el centro emerge siempre en función de cada tarea o situación en un sistema determinado cualquiera. Esta idea resulta un tanto incómoda cuando se la ira con los ojos de la tradición. Pensar en términos de las ciencias de la complejidad significa trabajar con la ausencia de sistemas jerárquicos, con la afirmación de la ausencia de un control central rígido, en fenómenos y procesos en paralelo, atendiendo permanentemente a las sorpresas, las novedades y las emergencias que tienen o que pueden tener lugar, y confiando en que la robustez de un sistema estriba exactamente en la flexibilidad de las relaciones entre sus componentes o en la flexibilidad de las relaciones mismas. (p. 44-45)

cibernética, partiendo de preocupaciones inspiradas en la física y la ingeniería, alimentándose biología y ciencias sociales, termina por reducir su espectro de trabajo a las conexiones ingeniería-sociedad. Sin forzarla, su filosofía siguen siendo eminentemente antropocéntrica o antropológica. (p. 46)

2.4. Recapitulando

(...) tenemos que decir que la marca de nacimiento de familia es la búsqueda de la superación del dualismo que es, indudablemente, el rasgo fundamental de la humanidad occidental. Ser occidentales significa ser binarios, dualistas, maniqueos. La ciencia, la cultura, la filosofía, la religión y el arte occidentales han sido binarios o dualistas (cuando no, también, maniqueos) (p. 46)

Desde otro punto de vista, existen llamados hacia una tercera cultura. Pues bien, ésta es/sería justamente aquella que bebe, que se nutre, de las ciencias de la complejidad. Entre los autores que serían representativos de la tercera cultura se encuentran S. J. Gould, B. Goddwin, L. Margulis, D. C. Dennett, F. Varela, R. Penrose, L. Smolin, M. Gell-Mann, S. Kauffman, Ch. G. Langton, entre otros.

hay que recordar que las condiciones de posibilidad del conocimiento son exactamente las mismas condiciones de posibilidad de la vida misma. Vida y conocimiento son una sola y misma cosa. Lo más grande que pueden hacer los sistemas vivos para vivir es exactamente lo más peligroso que pueden hacer: conocer. En el conocimiento va la vida misma;: está en juego la vida misma, en fin, se inauguran las posibilidades o se sientan las limitaciones e impedimentos para la vida misma.

Esta investigación presenta el mundo de las ciencias de la complejidad (...) estudio de los sistemas, fenómenos y comportamientos de complejidad creciente, caracterizados por rasgos tales como autoorganización, emergencia, no-linealidad, ausencia de control rígido, paralelismo, no centralidad, pluralismo lógico, turbulencias, inestabilidades, incertidumbre, adaptación, aprendizaje, ausencia de jerarquías, redes libres de escala, leyes de potencia, y otros.
(p. 47)


Referencias
MALDONADO, C. E., & GÓMEZ CRUZ, N. A. (2010). El mundo de las ciencias de la complejidad Un estado del arte. Documentos de Investigación. Facultad de Administración, (76). Retrieved from https://epistemologiasdesdeelsur.files.wordpress.com/2014/02/fascc3adculo76.pdf

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