Troll, C (2010): Ecología del paisaje

Troll, C (2010): Ecología del paisaje, Investigación ambiental 2(1), 2010

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El concepto ecología del paisaje festeja este año (1963) su 25 aniversario. En 1938 lo introduje por
primera vez en la terminología científica, con relación a la interpretación científica de la fotografía aérea (Troll 1939: 297). Durante los últimos años este término ha cobrado un éxito creciente entre geobotánicos, sociólogos de plantas (los estudiosos de las comunidades de plantas), limnólogos y pedólogos, en particular dentro del lenguaje de la planificación del paisaje y de la protección
de la naturaleza.

1. Paisaje y estudio del paisaje
Desde hace medio siglo el concepto de paisaje se ha convertido en un motivo particular de investigación en la geografía moderna. El término ciencia del paisaje apareció por primera vez en 1884 para desiertos absolutos o lugares de influencia glacial, de los cuales interesaban exclusivamente los procesos físicos.

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En la fragmentación natural del paisaje —hoy hablamos conscientemente cuidando la distinción entre divisiones naturales y unidades (conjuntos) naturales— la consideración del orden de pertenencia juega un papel decisivo. Existe toda una jerarquía de unidades de paisaje de distintas dimensiones, desde las grandes unidades, las fajas de paisajes que atraviesan el continente (como, por ejemplo, taiga, pradera, Sahel, desierto) hasta unidades paisajísticas cada vez más pequeñas, como fragmentos
de rocas diminutos que integran los paisajes singulares como los intersticios entre las piedras de un mosaico. K.H. Paffen (1948), en su estudio metodológico, dividió la investigación del paisaje en siete niveles: cinturón de paisaje, zona de paisaje, región de paisaje, grupo de paisaje, gran paisaje, pequeño paisaje y célula de paisaje.

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Yo definí (Troll 1950) como paisaje geográfico “una parte de la superficie terrestre con una unidad de espacio que, por su imagen exterior y por la actuación conjunta de sus fenómenos, al igual que las relaciones de posiciones interiores y exteriores, tiene un carácter específico, y que se distingue de otros por fronteras geográficas y naturales”.
Por su sustancia geográfica (Bodek y Schmithüsen 1949: 112-120) los objetos de un paisaje pertenecen a tres ámbitos que los colocan bajo leyes muy diferentes:
1. El mundo abiótico, puramente físico–químico, que depende del proceso físico de causa y efecto.
Ciertamente, hay que subrayar que el entorno abiótico no puede explicarse solamente mediante métodos de la geografía física, puesto que este complejo es el resultado de periodos pasados de la historia terrestre, como se puede ver en las formas terrestres resultado de diferentes generaciones.
2. El mundo viviente sujeto a leyes peculiares de la vida como son el crecimiento, la multiplicación, la expansión, la adaptación o la herencia. Estos fenómenos derivan en todas las demás obras del paisaje natural del sentido de la causalidad biológica.
3. El mundo del hombre, que depende de las puras comprensiones causales y motivaciones de los individuos o grupos sociales, y por lo tanto, de principios de orden socioeconómico, los cuales interfieren con la naturaleza.

2. Ecología
Para todos los paisajes naturales, se trata de la relación entre los seres vivos, las biozonas correspondientes, y su unión funcional con los factores físico–químicos del ambiente.
En ciencia contamos desde hace tiempo con el concepto de ecología. La palabra la acuñó Ernst Haeckel en 1866 con relación al conocimiento de la naturaleza local (Haeckel 1888), de la cual sólo le interesaban, en un principio, los vínculos de un ser vivo con su ambiente, es decir, lo que hoy se define como autoecología. Más tarde, cuando se pasó al estudio sistemático de las comunidades
de seres o biocenosis (Möbius 1877) se desarrolló la sinecología o estudio de la dependencia funcional, en el sentido de unión intercambiable entre seres vivos de una biocenosis y su ambiente.

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Una idea importante de Clements (1928) fue la observación de las sucesiones de plantas, desde el estadio pionero hasta el llamado clímax o estadio final. Ésta fue la enseñanza de los ciclos biológicos.
(...) Los ciclos de estudio de la génesis de las formas dieron gran impulso a la geomorfología, que en el ámbito internacional se adoptó con entusiasmo, en parte por sus métodos puramente deductivos, gracias al libro de A. Oppel (1885) que lleva por subtítulo Intento de fisonomía de la totalidad de la superficie terrestre. Posteriormente, fue el geógrafo de Hamburgo S. Passarge quien sustituyó el
concepto de geografía del paisaje, que se usaba desde 1919, por el de estudio del paisaje (...) Definió al estudio del paisaje de la siguiente manera: “es el aprendizaje del orden y penetración de los espacios y de su fusión con componentes singulares de un territorio”. En realidad no dio una definición, o por lo menos no una clara y lógica, porque los espacios que se penetran pueden difícilmente fusionarse en componentes únicos.

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Sin duda Passarge dio un gran impulso al desarrollo de la geografía. La investigación del paisaje se colocó en el centro de la investigación geográfica.

(...) Carl Sauer (1925: 1953) introdujo en 1925 el término paisaje (landscape) en la geografía americana y la definió como “la unidad espacial de fenómenos interdependientes”. En Elements of
Geography de Finch y Trewartha (1949) podemos leer:
“Se denomina paisaje natural al conjunto de características características naturales interrelacionadas dentro de una región”. Un paisaje natural se puede entender sólo incluyendo los procesos biológicos.

3. Ecología humana
H. H. Barrow, un geógrafo de la Universidad de Chicago, fue quien finalmente definió la geografía como human ecology en su Presidential Address en la Association of American Geographers en 1922 (1923: 1-14). Predijo, y los desarrollos posteriores lo confirmaron parcialmente, que las ciencias sociales le hubieran sido de utilidad científica a la geografía. En su preferencia por los nuevos
aspectos sociales de la geografía, Barrow descuidó la parte científica de ella y llegó al punto de eliminar de la geografía la geomorfología, la climatología, la hidrología y la biogeografía, dejándole solamente tres ramas, la geografía económica, la geografía política y la geografía social. Por ecología humana entendía las relaciones de las personas entre sí y también el intercambio de relaciones entre personas y el medio ambiente.

Sólo dos años después, en 1924, R. D. McKenzie, un famoso sociólogo de la escuela de Robert Ezra Park en Chicago (Park 1936) escribió sobre “el contexto ecológico del estudio de las comunidades humanas”. Y explicó: “la ecología humana es el estudio de las relaciones en el tiempo y el espacio de los seres humanos influenciadas por la distribución selectiva y las costumbres del entorno” (McKenzie 1924). Este último autor tomó de Clements el estudio sobre la sucesión y lo traspasó a
la sociedad humana.

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5. Sistema ecológico, ecotopo, sucesión paisajística
(...) un ecosistema según la definición de A.G. Tansley (1939) (...) reza así: el complejo total de organismos y factores ambientales en una unidad ecológica de cualquier categoría. Las uniones de un sistema como éste, con una dependencia recíproca, conforman un macropaisaje o paisaje climático, rocas, mantos acuíferos y sistemas fluviales, relieves, clima de la superficie (topoclima), erosión, vegetación, microclima, mundo animal y clima del subsuelo (...). En este sistema ecológico, la asociación vegetal depende del clima, de las rocas y su erosión y de los mantos acuíferos. Por su parte, la asociación vegetal, con sus diferentes niveles, así como el clima del suelo, por la disminución del manto acuífero y sus residuos en el suelo (humus) influyen en el clima del paisaje, de microclima o el clima amplio. El clima del suelo, así como el mundo vivo en la tierra, dependen de los residuos y el agua presentes en el suelo así como del microclima. Si el hombre cambia la cubierta vegetal o, por agotar el agua, modifica artificialmente el nivel del manto acuífero, automáticamente cambia todo el ecosistema.

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6. Ecología del paisaje y sociología de las plantas Con lo antes mencionado, se asume la definición del concepto de ecología del paisaje. Es el estudio del complejo de elementos interactuantes entre la asociación de seres vivos (biocenosis) y sus condiciones ambientales, los cuales actúan en una parte específica del paisaje. Esto se manifiesta espacialmente en una muestra específica y delimitada (Landschaftsmosaik, landscape pattern, mosaico del paisaje) o en una división natural de espacio en
distintos órdenes de tamaño. Estos órdenes están normalmente determinados por la estructura geológica y por el estado de desarrollo geomorfológico. La distinción de las unidades espaciales homogéneas más pequeñas (fisiotopo, biotopo, ecotopo) es la expresión de la relación de intercambios entre macroclima, rocas sobresalientes, relieves, mantos acuíferos, topoclima, depósitos en el suelo, vegetación, mundo animal, microclima y clima del suelo. El paisaje local puede ser estacionario siempre que no haya una dependencia de unión con el complejo de los elementos actuantes. Los cambios en el estado geomorfológico, de acción lenta o imprevista, como también las
intervenciones artificiales por la actividad económica humana, dan lugar a transformaciones del paisaje local que resumimos con el concepto de sucesión paisajística. Ésta puede ser un evento natural, como es el caso de un asentamiento inicial del suelo que produzca la formación de
depósitos con las plantas y los animales (estado pionero) y que converja en un estado maduro final (climax paisajístico). Cambios del paisaje local debidos a la intervención humana en el estrato de vegetación, en las relaciones de suelo y agua por deforestación, fuego, drenajes, fertilización,
riegos, poda de pastos y árboles etc., traen aparejados cambios lo que con W. Lüdi (1919) queremos definir como sucesión secundaria. El concepto de ecología del paisaje, por contenido y por objetivos, sigue siendo cubierto en buena medida por el concepto de geobiocenología introducido por V.N. Sucatjev en 1944 (Sucatjev 1953).



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