Guasch, A. M. (2000). El arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural
Guasch, A. M. (2000). El
arte último del siglo XX. Del posminimalismo a lo multicultural (1a ed.).
Madrid: Alianza Editorial.
Primera Parte
De la forma a la idea. La desmaterialización de la obra de
arte 1968-1975
28
El desplazamiento del arte minimal hacia lo procesual
(…)
Clement Greenberg, máximo apologista del formalismo desde
que en 1961 publicara su “Modernist painting” en el que se mostró defensor a
ultranza del criterio de pureza, calidad e independencia del arte, fue uno de
los primeros críticos en constatar que en el minimalismo anidaba el embrión de
lo procesual en la medida que desplazaba el interés de realización del objeto
hacia el proyecto operativo de éste.
28-29
(…) Ciertamente, en la actitud creativa de algunos artistas
minimalistas como Sol LeWitt, para quien la idea se convirtió en una máquina de
hacer arte, se manifestaron síntomas tempranos de que el arte comenzaba a
reflexionar sobre el propio arte y que el concepto empezaba a suplantar al
objeto.
29
El carácter procesual y temporal que se fue apoderando de la
práctica minimalista no sólo afectó a la relación entre el creador y la obra,
sino a las relaciones obra/ espectador/ espacio circundante. La obra, o el
nuevo objeto artístico, había que entenderla como una presencia en relación al
espacio ambiente que la circundaba y a expensas de la acción/reacción del
espectador. Ello suponía que, por primera vez, el espacio expositivo era
concebido como un volumen globalizador en cuyo seno se producían constantes
interferencias entre las obras y los observadores o espectadores de éstas.
39
El process art o antiforma
El cuestionamiento de la práctica minimalista (…) lo hizo en
otra tendencia de mayor entidad, el Process Art o antiforma (…)
39-40
En abril de 1968, en el artículo “Anti-Form” Robert Morris
salió en defensa de un tipo de escultura en la que la naturaleza de los
materiales estuviese de acuerdo con el estado psíquico del creador y con el
devenir de la naturaleza, una escultura en la que, por tanto, quedaban
enfatizadas las fases de concepción y realización de la obra (…) Era preciso
adentrarse en el campo de los materiales no rígidos en cuya configuración final,
además de la decisión del artista, intervenían principios de la naturaleza
tales como la gravedad, la indeterminación y el azar, lo que comportaría que la
obra de arte se convirtiera en algo impreciso e imprevisible.
42
La antiforma, en tanto que proceso en el tiempo y obra
sujeta a destrucción o regeneración (…) Esa incorporación del tiempo en el
discurso de la obra, incorporación que revelaba el proceso creativo, el buscado
diálogo obra/ espacio, y el concepto de perecedero o intrasportable, se
concretó en propuestas que, ante todo exaltaban las cualidades táctiles y la
naturaleza física de los distintos materiales, algunos deliberadamente
inelegantes y humildes (…) y despreciaban por completo la noción de estilo (…)
51
Capítulo segundo
Formas de arte procesual I. El arte de la tierra
El Earth Art en Estados Unidos
Tal como lo apuntó R. Morris, los conceptos implícitos en
las propuestas de la antiforma e incluso en las minimalistas no siempre podían
desarrollarse en los límites inmutables de los espacios de galerías y museos ni
podían expresarse a través de los materiales utilizados habitualmente en las
prácticas artísticas. La tierra, las piedras, los troncos de árboles, etc.
empezaron a ser los “nuevos materiales” de un tipo de obras (earthworks) que, debido
a su monumentalidad, requirieron soportes, emplazamientos o situaciones que
superasen los muros del espacio expositivo.
53
De la antiforma al arte de la tierra
Tras su contribución al minimalismo y a la antiforma, Robert
Morris fue uno de los primeros artistas que en 1966 comenzó a distanciarse del
marco de la ciudad y a tomar el paisaje natural como soporte de la obra de
arte.
76
Del Land Art a la ecología
Frente a la actitud intimista que Richard Long mantiene con
la naturaleza, una actitud que no traspasa los límites de lo individual, otros
artistas europeos plantearon una relación con el entorno paisajístico más
crítica, social e incluso política. Entre los que lo hicieron destaca el alemán
Hans Haacke (Colonia, 1936) que desde mediados de los años sesenta (…) llevó a
cabo un tipo de obras interesadas en la circulación de los fluidos, en sus
constantes y transformaciones en el transcurrir del tiempo (peso, evaporación,
condensación, etc.) interés que extendió a las reacciones de los sistemas biológicos
o tecnológicos ante su entorno ambiental.
77
Hans Haacke desplazó el interés de la utilización del
paisaje como soporte pasivo de una acción artística hacia una concepción de la
naturaleza como factor activo del proceso creativo -como en cierta medida haría
también Walter de Maria en The Lightning Field-, factor que puede quedar
conformado por el agua, el viento, los cambios climáticos, etc. De ahí que su
obra, dentro de la consideración genérica del arte de la tierra, se implique en
el concepto más específico del arte ecológico, entendiendo por tal aquel que
interviene en los sistemas constituidos por organismos (animales, plantas, los
propios seres humanos), en los ambientes que éstos viven y en las
transformaciones de energía que provocan o, también, el arte que actúa como uno
de esos sistemas:
77-78
Hacer algo que reaccione ante el
entorno, que cambie, que no sea estable. Hacer algo indeterminado, que tenga
siempre un aire distinto, una forma que no pueda ser preconcebida. Hacer algo
que no pueda funcionar si no es en relación al entorno, algo sensible a la luz
y a los cambios de temperatura, sujeto a las corrientes de aire, dependiente y
de la fuerza de la gravedad que posibilita que el espectador manipule la obra
de manera lúdica para hacer alguna cosa viva.
Jeanne Siegel, “An interview with Hans Haacke”
81
Capítulo tercero
Formas de arte processual II. El arte del cuerpo
Las primeras experiencias de arte corporal se dieron casi
simultáneamente a ambos lados del Atlántico a finales de los años sesenta.
Mientras en París, en plena resaca del Mayo de 1968, el crítico François
Pluchart propagaba desde las páginas de Combat el concepto de arte sociológico
y defendía la integración del cuerpo en el proceso creativo y Michel Journiac
presentaba acciones en el curso de las cuales oficiaba el sacramento de la
comunión con su propia sangre (…) en Estados Unidos, artistas como Vito
Acconci, Chris Burden, Bruce Nauman y Dennis Oppenheim empezaban a considerar
el cuerpo como un lugar y un medio de expresión artística.
82
El francés Yves Klein (…) utilizó el cuerpo en tanto que
receptor de energía espiritual como lo eran también el vacío y otro tipo de
materiales y objetos, especialmente aquellos que pintaba con un intenso azul
ultramar, al que llamó IKB (International Klein Blue). Este entendimiento del
cuerpo lo llevó a las antropometrías (pinturas corporales) (…)
83-84
Su obsesión por la esencia inmaterial del arte y por el
vacío, forjada sin duda en las teorías de Gaston Bachelard, que incluso le hizo
vender “zonas de vacío” y porciones de “sensibilidad inmaterial” tuvo su
manifestación más espectacular en la acción ¡Le peintre de l’espace se jette
dans le vide! u Obsession de la lévitation (Salto al vacío u
Obsesión de la levitación, 1960), en la que el cuerpo del artista, saltando desde
lo alto de un muro (…) se convertía en una escultura del espacio -nada,
entendido este como zona de sensibilidad pictórica inmaterial.
84-85
Junto a Y. Klein uno de los primeros artistas plásticos en
presentar y utilizar el cuerpo como obra de arte (…) fue el italiano Piero
Manzoni (…) en sus Esculturas vivientes (1961) en las que cualquier individuo
podía convertirse en obra de arte tan sólo con que su cuerpo fuese firmado por
el artista
85 (…)
Este proceso le llevó a aceptar que cualquier huella física
del ser humano -sobre todo del propio artista- podía tener valor artístico,
fuesen las huellas dactilares, la sangre -que disponía en frascos- e incluso
los restos de sus funciones biológicas más elementales, como la mierda, que
conservaba en latas de treinta gramos (Merda d’artista [Mierda de artista],
1961) y que, para cuestionar la mercantilización de la obra de arte, vedía por
gramos a un precio basado en la cotización del oro.
El Accionismo vienés
(…) Más densidad (…) tuvieron las prácticas realizadas por
cuatro artistas austríacos: Hermann Nitsch, Günter Brus, Otto Muehl y Rudolf
Schwarzkogler, quienes en 1965 constituyeron el Wiener Aktionsgruppe. Sus
objetivos fueron formulados con claridad: reaccionar contra el expresionismo
abstracto norteamericano y sus derivaciones utilizando su cuerpo como soporte y
material de la obra de arte, un cuerpo que podía ser degradado, envilecido e
incluso mancillado en un proceso de “política de la experiencia”.
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