Fernández, Roberto (1999): El proyecto final
El proyecto final/ Notas sobre las lógicas proyectuales de
la arquitectura al final de la modernidad.
Roberto Fernández
10
Prólogo de Josep Maria Montaner
Roberto Fernández
El laboratorio americano
Líneas críticas de Roberto Fernández: equidistante del
Formalismo analítico de Colin Rowe: seguidores, brasileño
Carlos Eduardo Comas y la crítica radical de Manfredo Tafuri, con discípulos
como Jorge Francisco Liernur en Buenos Aires
Marina Waisman
Historicismo de la identidad: Ramón Gutiérrez
10-11
Lógicas proyectuales
Textos que definen la condición postmoderna: Frederic
Jameson, Ezio Manzini y M. Chiaponni.
Royston Landau: Architectural Association entre 1984 y 1991
Posgrado de teoría e historia: “Posiciones arquitectónicas[1]”,
situando a cada arquitecto respecto a las cuestiones culturales esenciales de
la arquitectura:
Mecanismos formales, relación con el lugar, reglas
tecnológicas y económicas, principios éticos y políticos.
Posición arquitectónica según Landau, sería un concepto
proveniente de la filosofía de la ciencia practicada por Karl Popper e Imre
Lakatos, del pensamiento post-estructuralista de Michel Foucault y de la
historia de las mentalidades definida por la francesa Escuela de los Annales.
12
Interpretaciones
(…) cada una de las lógicas proyectuales, éstas son
desarrolladas por Fernández de manera extremadamente sistemática, sintética y
precisa, con una estricta selección de ejemplos, que son siempre arquitectos, y
con un rico elenco de referencias al pensamiento contemporáneo que legitimaría
cada una de dichas lógicas.
(…)
En Las lógicas proyectuales el cuadro se construye por un
lado con las condiciones objetivas centradas en el ambiente, la idea y el
producto y por el otro lado, con las condiciones subjetivas y arbitrarias de la
percepción, el motivo y el lenguaje del proyectista; el mapa conceptual que así
se construye inscribe las ocho lógicas.
15
Ideas introductorias
1.
Las prácticas proyectuales de los últimos 25 años se han multiplicado
en alternativas y planteos: las seguridades o certezas generadas por las
vanguardias modernas se perdieron y una proliferación de experimentos, sin
demasiada teoría sustentante y/o crítica analítica, ocupa su lugar. La
consecuencia es un acendrado desconcierto, tanto en el plano de la práctica
proyectual como en el de la didáctica. Todo el proyecto llamado de la
posmodernidad (…) ha significado, en el campo de la arquitectura, un impacto de
pérdida de certezas que se habían acumulado durante el llamado Movimiento
Moderno (…) cierto nivel de aceptación social y política de los valores de una
arquitectura capaz de generar equipamiento público social (…)
16
2.
El criterio central de este ensayo es, en primero lugar,
construir un mapa de las lógicas proyectuales actuales; un registro de las
racionalidades relativas que contienen los procedimientos incluidos en tales
lógicas. Definimos lógica proyectual como un sistema de conceptos
experimentales – o sea, explorados en las prácticas- que organizan ciertos
resultados proyectuales. Es, por lo tanto, algo intermedio entre método y
teoría.
3.
El concepto de lógica proyectual se propone, dentro del
contexto transmoderno, como la verificación no históricamente original pero sí
intensamente renovada, de la significación que la producción de ideas teóricas
en el campo de las filosofías científica y estética tiene en la remodelación
contemporánea del concepto de proyecto: la creciente densidad teórica de éste
-en un plano experimental que supone el práctico abandono de la voluntad
política moderna- estaría formulándose como un proceso de intertextualidad (más
que de traducción) respecto de aquellas producciones conceptuales. También se
podría estar hablando de una era posproyectual si circunscribimos el concepto
operativo de proyecto a la tradición moderna inaugurada en el Renacimiento (las
ideas brunelleschianas-albertianas de proyecto: la prefiguración perspectívica
simulada, el control técnico del producto a cargo del proyectista por sobre la
multidecisionalidad fáctica de los gremios medievales, identidad/límites del
producto arquitectónico frente a la materialidad urbana, entidad del proyecto
en la dialéctica obra única/ obra serial, etcétera). El probable cese de alguna
o todas estas cualidades históricas del proyecto nos permitiría hablar de la
llegada a una etapa posproyectual o del proyecto final.
4.
En este contexto, cada lógica tiene que ser explicada,
desmontada, verificada en sus relaciones entre teoría y práctica, y por tanto,
analizarse cómo operan en esta etapa de proyecto final o de virtual acabamiento
de la tradición histórica moderna del proyecto.
(…) Este análisis debe efectuarse tanto sobre los textos
fundante de cada lógica (…) cuanto y sobre todo, sobre los proyectos más
significativos, o sea, sobre los productos consecuentes de aquellas prácticas
de intertextualidad.
(…) Nuestra hipótesis es que la racionalidad de la
modernidad (…) operó como un marco genérico tal que dentro de esos supuestos
socioculturales seguros, los arquitectos podían moverse sin una racionalidad
intrínseca en cada acto proyectual (el comportamiento vanguardista, de aparente
exacerbación individualista, gestualista, arbitraria, etcétera (puesto que la
racionalidad era justamente extrínseca, o propia de la sociedad histórica
moderna. Desaparecidas esas reglas de juego, el arquitecto contemporáneo se ve
precisado, o bien a las respuestas acríticas adaptativas (la pura práctica
profesionalista y su gama de cualidades normalmente vinculadas a la envergadura
socioeconómica del cliente) o a tener que construir un discurso teórico ad-hoc
para cada tarea proyectual, que puede tener algunos cauces o marcos genéricos,
que llamamos lógicas. Lógicas, no como formas estructuradas y racionales de
producir conceptos, sino -en consonancia con su uso deleuziano- como
construcciones de sentido.
17
Por una cuestión de desconcierto -frente a la complejidad
del presente y a la incertidumbre del futuro- y/o de economía, esa tarea de
sostenimiento teórico de cada acto proyectual de algún nivel crítico o
propositivo (o sea, no adaptativo) parece haberse basado en las dos últimas
décadas, en la importación -traducción, elaboración hipertextual, desarrollo
alegorizante, etcétera- de elementos conceptuales generados en el campo de las
filosofías científicas y estéticas (básicamente emparentables con las ciencias
poskuhnianas o posnormales y las artes conceptuales).
5.
El criterio sustancial de este ensayo (…) es (…) expandir
los elementos racionales para poder evaluar las ofertas teóricas disponibles de
la experimentación reciente, abriendo cauces, con los resultados, tanto para
procurar opciones más racionales, o bien, conductas más inclusivistas y
situadas en cada condición cultural concreta del proyecto.
6.
Entendemos que el propósito de definir campos de teoría de
la arquitectura pasa hoy por sistematizar el conocimiento crítico de las
alternativas que ofrecen las variadas prácticas del proyecto: este ensayo se
propone pues, el análisis crítico de las prácticas proyectuales, como paso
previo e inexcusable de la voluntad de construir un fundamento de teoría. Una
teoría que, en todo caso permita especular sobre la cultura del final del
proyecto, el cierre de un modo de producción de ideas y prácticas de
arquitectura instaurado en la modernidad larga -iniciada en el Renacimiento con
el común despliegue del capitalismo comercial y que llega hasta un supuesto fin
de la historia consumado en el carácter omnímodo del momento de la
globalización-, sobre todo para alimentar la perspectiva de nuevas utopías
críticas.
7.
Por otra parte, en una condición en que, como la
contemporánea, se ha extendido tanto la situación de relativismo cultural
cuanto la intensificación acrítica de los flujos de información, la teoría ( en
lo referente al fundamento de una práctica) no puede resultar sino una manera
concreta de asumir el relativismo cultural (la condición de situación) con la
máxima conciencia analítico-crítica de los sucesos generales de las prácticas
proyectuales internacionales.
(…)
17-18
8.
(…) ¿Porqué desapareció, en la segunda mitad de los noventa
-prácticamente- el sistema deconstructivista? (…) ¿Qué grado de pertinencia
tiene todavía -si la tiene- la condición regional de la producción cultural en
el contexto de la homogeneización que propone la globalización? (…) si existen
todavía sistemas de condicionamiento de prácticas proyectuales de la
arquitectura devenidos de la identidad de una determinada cultura urbana (¿se
puede acaso todavía hablar de una arquitectura milanesa o barcelonesa, limeña o
montevideana?).
(…)
Tal tarea -el discernir las combinatorias de las ideas y
propuestas devenidas del marco de lo que aquí llamamos lógicas proyectuales-
implica a futuro, investigar acerca de factores que como la introspección
silenciosa o el acogimiento al ruido mediático y comunicacional-virtual, la
homogeneización del habitar urbano alto y bajo en el marco de las condiciones
de la globalización o la diseminación de prácticas proyectuales, probablemente
vengan a caracterizar el tiempo que viene: después del proyecto final, la
historia seguramente sigue.
19
II. Temas
Un mapa de las lógicas proyectuales
(…) una de las características precisamente novedosas del momento moderno, es la creciente
autonomía de la entidad objetiva d eestos dos niveles de ojetos, el proyecto y
su resultante material o edificio y, a la vez, una identificación de calidad
artístico-cultural sólo en una parte muy reducida del conjunto de objetos que
integran el universo de la materialidad edilicia.
Esta historicidad de lo moderno está dada por una serie de
características que motivan estos estudios. En primer lugar, lo moderno se
propone el relativo programa -consumado a medias- de superación de las tradiciones
mimética y sublime.
(…)
20
(…) el momento moderno queda caracterizado por la
consumación de una absolutización de la mercancía como condición determinante
de todo producto moderno (…)
El tema de la lógica como cauce social de sentido a un movimiento
de producción y consumo de cosas culturales presentará, quizá dos modalidades
epistémicas de realidad en el curso de la modernidad. Una, que podríamos
entender como lógica positiva, en tanto afianzamiento de la voluntad de
coaligar sentido y construcción, es decir, un horizonte final de realización de
la cosa. Otra, que quizás exalte su condición negativa, en tanto despliegue de
movimientos de análisis e interpretación de lo dado o consecuente (sobre todo
la realidad urbana/ metropolitana), y que confluye en una praxis de crítica
inductiva -o sea, desde lo particular hacia lo general; desde el trabajo
analítico en manifestaciones puntuales seleccionadas hacia la constitución de
esquemas ideológicos de reproducción.
En realidad, estos movimientos coinciden, en lo positivo,
con un trabajo que instaura una deriva del hacer hacia el orden; en lo
negativo, con un trabajo que propone un despliegue del saber hacia el caos;
condiciones que abarcan toda una amplia caracterización de una modernidad
organizada hacia la funcionalización del orden (de la absolutización de la
mercancía) así también como una modernidad otra capaz de sostener la
relatividad histórica de tal orden y prefigurar un caos entendido más bien,
como orden otro; la búsqueda crítica de tal saber del caos inspira todo el
trabajo de la ciencia moderna (azar, incertidumbre, orden inestable o caos,
crisis de la ciclicidad origen/ teleología, etcétera), del arte afirmativo de
la voluntad vanguardística no adaptativa y del análisis social de lo irracional
del orden de la mercancía, verificable en las investigaciones sobre
posdemocracia y gobernabilidad, sustentabilidad, crisis ambiental,
globalidad/regionalismo, nuevas tribalidades telemáticas, absolutización de las
minorías, guerras culturales, etcétera.
(…)
un primario mapa de las lógicas (mapa como tópica, lo
contrario de utópica, es decir, si la utopía es poder sin espacio, la topía es
poder en el espacio), permite la posibilidad de esbozar estas primeras
hipótesis:
La lógica tipologista se propone cristalizar el momento
mimético, al postular que lo tipológico es ahistórico (arquetipicidad) o
suprahistórico (tipicidad). Puede adicionar un componente sublime en la
hipertrofia racional de la manipulación ideológica de los supuestos invariantes
y presenta la posibilidad de un discurso aparentemente crítico de la condición
de mercancía precisamente al proponerse resistir a la producción y consumo de
nuevos componentes lingüísticos.
20-21
La lógica formalista exacerba la supuesta autonomía de las
vanguardias, sus métodos hipersubjetivos -inclusive ligados a la subterránea
realidad del psiquismo y sus mecánicas lingüísticas- y una capacidad también
explotada por las vanguardias modernas, de imitar a los componentes
imagineriles novedosos de la condición metropolitana, quizá con una euforia
equivalente a la de los experimentos futuristas (…) En cambio, se ha perdido la
negatividad de las vanguardias en cuanto a fugar del mundo de las mercancías,
ofreciendo más bien, las oportunidades de novedad y experimentación que
garantizan la máxima calificación de sus productos en tanto mercancías
sofisticadas. Lo que implica exaltar la firma subjetiva de la cosa, negar toda
tentativa de serialidad o repetición reproductiva y presentar una cierta idea
positivista -u optimista o frívola- de una experimentalidad artistizante (…)
21
La lógica deconstruccionista se alimenta doblemente, por un
lado de la experimentación del vanguardismo moderno en torno del concepto de
montaje y por otro lado, de la voluntad de exacerbar la diseminación de lo
analítico, en tanto actividad autónoma -es decir, sin obligación de una cierta
praxis reconstitutiva o sintetizadora y, por ello, de reinstalación en el
contexto de lo real constituido- y en tanto propuesta estética alrededor de la
idea de forma abierta, obra redefinida como proceso, etcétera. El
deconstruccionismo ya no puede imitar totalidades -y por lo tanto, no puede
compartir el componente mimético que tiende a la totalización de la cosa- pero
puede reelaborar, en una forma diríamos exasperada, el principio racional de la
estética sublime, con su voluntad hipertrófica de análisis, la cuestión del
exceso, el mecanismo de las intertextualidades como principio cancerígeno de
interminables comentarios.
La lógica fenomenologista asume una primaria identidad con
el proyecto vanguardista del arte total en tanto programa de unificación de
arte y vida, de experiencia estética y realidad social. Esta identidad, en la
condición contemporánea, conduce a priorizar la crisis del objeto, en tanto
finalidad primariamente formalizante del proceso estético.
(…)
Las líneas descritas, en hilo con lo expuesto acerca de la
continuidad/superación de las tradiciones mimética y sublime y del laboratorio
experimental de las vanguardias modernas, parecen ser las hegemónicas, aunque
no las únicas ni tampoco con características de interna homogeneidad. No son
las únicas, porque, al menos, hay otras cuatro vías, que se presentan,
paradójicamente, como más complacientes con las características de continuidad
histórica y que denominamos estructuralistas y contextualistas, o bien, como
abiertamente implicadas en la entronización del hipercapitalismo, que son las
que llamamos tecnologistas y comunicacionales.
La lógica estructuralista se puede entender como la
actualización/perduración del pensamiento mimético/clasicista, en la medida que
procura obtener, antes que nada, la continuidad del principio de orden que
deviene en la voluntad monumental (…)
21-22
La lógica contextualista manera el proyecto de disolver la
especificidad artística-disciplinar en los procesos antropológico-populares de
continua regeneración imitativa de los tejidos de la ciudad histórica. Sólo que
ese humanismo tropieza con la banalización creciente del gusto popular,
avasallado por los paradigmas de la producción/consumo de los mass-mediums y
con la transformación socio-productiva de la ciudad, que relativiza las
relaciones de forma y contenido (…) y remite la contextualización -como
imitación de lo histórico urbano dado y sus locus -a las únicas
posibilidades de la museificación y la gentrificación.
22
La lógica tecnologista, en tanto acompañamiento del
desarrollo de lo tecnológico, tiene la rara virtud de instituir casi una para o
neoprofesionalidad, por la creciente autonomía de dicho desarrollo respecto, por
ejemplo, de los cambios urbanos. En efecto, el high tech retiene antes
que nada un valor funcional o simbólico que puede acompañar las diferentes
lógicas (…) asimismo lo tecnológico ha cobrado una autonomía lógica (…) a
menudo ya no como soporte de otros discursos, sino como expresión pura del
desarrollo de esta fase avanzada del capitalismo y ya sin ningún sedimento
crítico (…)
La lógica comunicacional implica otra tentativa de
disolución de la especificidad técnico-disciplinar de la arquitectura en la
esfera de lo comunicacional, el espacio hipersígnico, extremadamente saturado,
en el cual la arquitectura declina su materialidad, también al servicio de este
despliegue hegemonizado por los medios, la publicidad y, en general, las
envolventes que designan los numerosos envases terciarios. Con lo que, por una
parte, se relativiza la diferencia entre proyecto y objeto o entre lo
re-presentado y lo presente -todo es signo, comunicación- y por otra, se
adviene a una especie de absoluta homogeneidad escrituraria.
El concepto de lógica proyectual. Producción de preceptos/afectos.
Figuras estéticas: estilos, devenires
Tanto en su concepción negativa o crítica o en la positiva o
propositiva, la noción de lógica aplicada a lo proyectual puede ser entendida
como operación de sentido, como el conjunto de elementos capaces de conferir un
determinado sentido, como el conjunto de elementos capaces de conferir un
determinado sentido a un objeto o al anticipo de un objeto, en el caso del
proyecto. Por ello se trata de un momento del circuito de la producción de
perceptos/afectos (como más adelante veremos junto a Deleuze y Guattari)
diferente del momento de la teoría (que en todo caso debería ser reflexionado
como una filosofía poiética o de la producción, como lo plantea E. Dussel, o en
un determinado nivel de una posible e integral teoría social de la
arquitectura, como lo desarrollaron C. Domínguez y N. Chaves) y diferente del
momento de la performance práctica, en un producto, de las prescripciones de
sentido de una lógica.
Si nos detuviéramos un instante en el concepto de producto podríamos
distinguir en él, por una parte, las diferentes connotaciones o determinaciones
históricas, por ejemplo las diferenciasentre útil o bien de uso y mercancía o
bien de cambio, o entre bien de intercambio valuado y bien tipo potlach
o sea donado, regalado. En la antología preparada por A. Appadurai, La vida
social de las cosas hay diversas aportaciones sobre esta gama de
consideraciones sobre el concepto de producto (…)
El proyecto del producto (…)
El proyecto del preproducto (…)
23
El proyecto del postproducto (…)
Estas enunciaciones nos permiten definir las cuatro lógicas proyectuales
hegemónicas en la condición contemporánea de la forma siguiente:
·
La lógica tipologista es aquella que estipula procedimientos
de reproducción proyectual de posproductos, o sea, tipologías entendibles como
sedimentos invariantes de conjuntos de productos precedentes.
·
La lógica formalista es aquella que concibe el proyecto como
simulador analógico de productos, específicamente obras de arte como cosas
totalizadas.
·
La lógica deconstruccionista es la que concibe el proyecto
como el medio de análisis de un producto, o bien como proposición, en tal
sentido, de un preproducto, condición analítica de posibilidad de un producto o
una serie (…)
·
La lógica fenomenologista apunta también a una
caracterización del proyecto como forma o medio preferente de análisis, pero ya
no d ela posibilidad del producto, sino de la condición, situación o fenómeno
que preexista a la necesidad del producto, siendo por tal razón, también, una
operación proyectual referida a preproductos, cuya condición previa de
totalización como producto incluye la posibilidad de no concluir el trabajo
proyectual resolutivo de una situación o fenómeno (…)
Propongamos ahora una exploración filosófica en torno del
concepto de lógica proyectual, en forma de comentario a algunos pasajes del
libro de G. Deleuze y F. Guattari, ¿Qué es la filosofía?
Se define en principio al arte como lo que conserva y se
conserva, independientemente del soporte y sus materiales, del modelo, del
espectador y también del creador (…) Esto introduce, según Deleuze-Guattari,
una cierta noción de la obra como sujeto, la obra de arte como un ser de
sensación.
Esta estabilidad leve (…) hace que se defina una cierta
noción de monumento, en tanto aquello que hace que la obra se erija en tal per
se, sin ninguna clase de institución externa (…) Se pinta, se esculpe, se
compone, se escribe -dicen nuestros autores- con sensaciones (…) lo que se
conserva no es precisamente el material sino el sedimento de afecto/percepto.
La finalidad del arte (…) Extraer, pues, un bloque de
sensaciones, un mero ser de sensación (…)
23-24
El proceso de dotación de un sentido, o sea, la puesta en
marcha de una lógica en la producción de la cosa artística, instituye una
calidad real de obra, no por apelación a la memoria sino por presencia y
permanencia del bloque de sensación: El monumento no es… lo que conmemora un
pasado, sino un bloque de sensaciones presentes que sólo a ellas mismas deben
su propia conservación y otorgan al acontecimiento el compuesto que lo
conmemora (…)
24
(…) podríamos afirmar con ellos que los afectos son estos
devenires no humanos del hombre; los perceptos (incluso la ciudad) son los
paisajes no humanos de la naturaleza, puesto que no se está en el mundo, se
deviene con el mundo, se deviene contemplándolo.
El trabajo de arrancar el percepto de las percepciones
vividas y el afecto de las afecciones vividas constituye, como se dijo, el
método de producción de la cosa artística. Dicen, cerrando este ítem, Deleuze y
Guattari que cuando ese trabajo toma la forma de una elevación (de sentido: una
puesta en sentido), se puede hablar del concepto de estilo (…) Llamamos estilo
-dice el escultor Giacometti- a visiones detenidas en el tiempo y en el espacio.
31
Contingencia histórica. Cultura del proyecto.
Transformaciones contemporáneas
Esa moderna simbiosis entre unos sustratos naturales y un
complejo sistema de soportes artificiales da origen y desarrollo a una ecología
de lo artificial, en la cual cobra sentido una nueva cultura del proyecto, en
principio, recalificada por la expansión indefinida de dichos soportes
artificiales. En ese omnipresente ambiente artificial -con la gestación de una
ecología artificial sui géneris, con sus inéditas interacciones entre variables
tecnológicas, económicas y socioculturales- (…)
Manzini califica la condición contemporánea como determinada
por dos grandes transformaciones, de distinta duración en su desarrollo -una
larga y otra aún, corta- pero con algunas superposiciones: el pasaje de la
sociedad industrial clásica a la sociedad industrial madura, por una parte, y
el pasaje de la sociedad del crecimiento a la sociedad del desarrollo
sostenible, por la otra.
35
Resumiendo el desarrollo de este ítem sobre los términos de
contingencia histórica que redefinen la cultura del proyecto y sus condiciones
de viabilidad futura, quisiéramos ahora tratar de los cambios (contingentes) en
tres niveles centrales de lo proyectual: la materialidad, la significación y la
representación. A nuestro entender estos tres niveles, en que se expresa y
contiene la temática proyectual, originan y motivan históricamente, lógicas respectivamente,
constructivas, comunicativas y representativas (o proyectuales propiamente
dichas): lo que definimos como lógica proyectual en tanto operación de dotación
de sentido -o directamente, armazón de
sentido- no sería más que una determinada combinación de las sublógicas
precedentes, bajo las determinaciones de una condición histórica precisa, o
sea, bajo los condicionamientos sociohistóricos que regulan la materialidad, la
significación o comunicación y la representación y su relativa interrelación o
síntesis en la definición o constitución de la idea de lógica proyectual. La
fragmentariedad o integración de las sublógicas puede también leerse como uno
de los matices de sentido que deben atribuirse a tales lógicas: hipotéticamente
se puede adelantar que una de las características de la historicidad
contemporánea alimentaría, más bien, la tendencia a constituir sentido
preferentemente en torno de la fragmentariedad del ensamblaje de las sublógicas,
o bien, del énfasis en alguna de ellas. En el campo de la arquitectura podría
admitirse que los cambios de las sublógicas suelen ser de larga duración, o
bien, que se determinan con base en procesos muy extensos en el tiempo.
En el caso de la esfera de la materialidad, si bien se vería
afectada por la aceleración moderna del desarrollo tecnológico, existen
elementos permanentes o relativamente inmutables, como las cuestiones de la
tectónica, de la organización ortogonalizada del espacio, de la distinción piel/huesos,
de la perduración del criterio de envolvente (como instancia de determinación
de la entidad recinto), e incluso parecieran existir elementos recurrentes, es
decir históricamente reemergentes, como el concepto de transparencia (…)
En lo referente a la esfera de la
significación/comunicación, es notoria la caída de principios de inteligibilidad
que se fundaron en cada período histórico: el concepto de mimesis poiética en
el arte clásico y las regulaciones entre el orden y las trasngresiones
(hybris); los sistemas de significación medievales (simbólico, alegórico,
analógico, etcétera) y su organización jerarquizada como subespecie del orden
del pensamiento teológico; los sistemas de referenciación
ideológico-historizados en el Renacimiento y el Neoclasicismo y las apelaciones
a la autoridad erudizante en la presentación de los sistemas referenciales
(sobre todo, en la reconstrucción ideológica de las ruinas) y los sistemas de
estipulación de unas tópicas que articularán la expresión del poder imperial en
la configuración espacial urbana en el período barroco. Los estudios de E.
Auerbach sobre el desarrollo de las formas de la representación en la literatura
occidental, expresan un nivel de referencia para un trabajo equivalente que
debería realizarse en torno de la perduración o contingencia de los componentes
semánticos del discurso histórico de la arquitectura.
Si la modernidad -digamos iluminista- arranca con un cambio
de paradigma significacional basado en requisitos positivistas que devienen en
la instauración taxativa de una fisionómica edilicia, de un concepto de
arquitectura parlante y del acuñamiento academicista del concepto de carácter y
del establecimiento de relaciones biunívocas entre programa y estilo (…) la
consumación del movimiento moderno (…) adopta el mecanismo comunicacional del
arte y sus derivas de la alusión (…) a la abstracción; es decir, alcanzando una
entidad de enmudecimiento parlante o autorreferencialidad.
36
Al mismo tiempo, habría que reconocer en la esfera de la
significación/comunicación, la preponderancia de las manieras o actitudes
personales en el manejo de los requisitos semánticos de lo proyectual, visible
en el encadenamiento de rupturas semánticas que motorizan el desarrollo histórico
al menos desde el siglo XV (…)
La esfera de la representación ha sido presentada,
historiográficamente, como la que define la vigencia misma del concepto de
proyecto, al haberse alcanzado la dimensión de un control analógico del objeto
durante la instancia previa de la representación, instancia que desde el
Renacimiento coincide con el concepto mismo de proyecto. Los dibujos 1=1 del
templo helenístico de Apolo en Dydima, recientemente descubiertos, o la
superposición de trazados y cordadas en el proyecto catedralicio, no revelan
sino tentativas infrutuosas o fragmentarias de una clase de control del objeto
prefigurado en instancias representacionales; antes bien, se confiaba en
argumentos más ligados a un concepto de orden, que siempre resultaba una
consecuencia ex post de experiencias precedentes.
El operativo representativo durante la modernidad quedó
expuesto, en su preponderancia, en virtud de la alta regulación que terminaban
confiriendo, ya desde el momento casi preliminar del proyecto, a los objetos
resultantes. Los dibujos de Mendelsohn contienen casi íntegramente los
principios de su arquitectura cerrada o de formas netas; por el contrario, la
representación de Mies alude fuertemente, con su silencio expresivo, a las
características a la vez clásico-monumentales (los monumentos griegos, como se
sabe, no se dibujaban, se resolvían constructivamente de acuerdo a las leyes
del orden) y abstracto [formalmente] abiertos (como en el Pabellón de
Barcelona). La diferente concepción del interior en el Unity Temple de Wright
(una antiescultura, en el sentido de un espacio casi excavado, resultado de la
cualificación ornamental absoluta de la superficie) o en el Café L’Aubette de
Van Doesburg (un espacio generado por planos, a la manera de las escenas
escenográficas neoplasticistas, por ejemplo, de Appia) testimonian dos
alternativas de objetos modernos verificados como consecuencia de dos
estrategias de representación (proyecto).
La contingencia histórica del instrumento representacional y
proyectual moderno por excelencia -la perspectiva- ya resultó suficientemente minada
en las experiencias modernas sobre todo, debido al creciente intertextualismo
respecto de otras concepciones representacionales-proyectuales derivadas,
esencialmente del arte plástico y sus movimientos a la conceptualidad y la
abstracción. Las consecuencias hiperanalíticas de la representación
posibilitadas por la computación tenderán a profundizar la caída de las
normativas renacentista/modernas, alentando la diseminación de los nuevos
objetos. Pero también resulta evidente, en la problemática proyectual
contemporánea, la perduración de algunas conductas representacionales modernas,
sobre todo de los procesos de intertextualización evidentes, por ejemplo, en
las proposiciones cinematográficas o coreográficas del proyecto/representación en
los trabajos de Tschumi.
(…)
37
Examinar los problemas que aparecen como determinaciones en
el nivel de la producción, consumo y circulación
185
Excurso americano: Las lógicas del laboratorio
191
II. Comentarios sobre características de la arquitectura
americana contemporánea
La reflexión histórica americana puede distinguir su
identidad como multiplicidad de experiencias oscilantes entre paleo y
posmodernidad -quizá soslayantes de la modernidad- y como diferencia del modo
de pensamiento/acción europeo, con el cual, de todas formas, debió
relacionarse. Esa reflexión admite algunos corolarios, polémicos pero a la vez
posiblemente operativos: una sociedad mestiza y aluvional, un territorio
sobrenatural (la Hylea humboldtiana) receptáculo de percepciones panteístas y
de estrategia productivas variadas, una ciudad de urbanidad débil y burguesía
no constituida y una arquitectura de apetencia cosmopolita o globalizada pero
de incidencia pobre en la realidad material, frente a la omnipresencia de una
edilicia popular.
192
(…)
Culturas, por otra parte, de la ucronía: el lugar que no
tiene tiempo (o historia), al revés del carácter dominante de las culturas
europeas, tensadas por la utopía: el tiempo (o historia, como tiempo
subjetivizado en los imaginarios sociales) que no tiene espacio (…)
194
La pregunta es: ¿puede haber lógicas proyectuales modernas
(o del fin de la modernidad o del fin de la modernidad de cara a un arribo a
una era de la globalización) sin que haya habido modernidad?
O bien, que haya habido modernidad despegada de la efectiva
modernización entendible como burguesía democrática industrial.
(…)
194-195
Pero de todas modos hay que hacer arquitectura (…) Para
ordenar algún segmento de este análisis -una crítica al modo de producción
arquitectónico americano- haremos así dos cosas: primero, una explicación
ejemplificación de cómo y por qué se hace arquitectura en Latinoamérica
utilizando los argumentos hasta aquí esbozados, y segundo, cierto comentario
crítico o correlativo de esa arquitectura con el mapa de las lógicas, para lo
cual nos ayudaremos del siguiente gráfico que retoma características explicativas
de las lógicas -sin nombrarlas: nos quedaremos con algunos atributos de ellas
(…).
195
Objetividad
Subjetividad
|
Ambiente
|
Idea
|
Producto
|
Percepción
|
Entorno
|
Institución
|
Función
|
Motivo
|
Narración
|
Evento
|
Constructo
|
Lenguaje
|
Análisis
|
Gesto
|
Objeto
|
Identidad americana como oscilación entre paleo y
posmodernidad
197
Identidad americana como diferencia respecto del modo de
pensamiento/acción europeo
199
Producción cultural y las características de una sociedad
aluvional y mestiza
201
Producción cultural y afrontamiento de la naturaleza
hylética
202
Producción cultural y vacío de urbanidad burguesa
203
Producción cultural cosmopolita: de la abstracción a la
tecnología
204
Novedad y valor de la cultura de la triple negación
(antimestiza, antihylética y antiburguesa)
205
Culturas ucrónicas como reverso de las culturas utópicas
206
Utopía/Ucronía: laboratorio y Cosmópolis
209
La cultura de las ucronías como cartografías del tiempo: el
fenómeno del tiempo detenido o el eterno comienzo
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